Solo algunos presos consiguen salir diariamente de la cárcel de Guantánamo. Y lo hacen por unas horas a través de sus obras de arte. Gracias a ellas consiguen navegar por el mar, surcar los cielos, pasearse por montes repletos de árboles o incluso tomar un café con sus familiares. Así es como Khalid Qasim, que entró en prisión sin ser acusado de ningún delito, ha logrado sobrevivir durante más de 20 años entre rejas. Ahora le han dado la autorización para salir de la cárcel pero, sus obras no podrán salir con él. Sus paisajes marinos seguirán siendo, como hasta ahora, propiedad del gobierno estadounidense, que podrá almacenar o destruir sus composiciones.

Para él es como si le quitarán una parte de su libertad. "Esto es mi vida. Era mi vida aquí. Es un sentimiento que tengo. Es una parte de mí", expresa en declaraciones a la BBC. Algo similar siente Al-Alwi, quien llega varios años fabricando impresionantes maquetas de barcos y galeones con materiales encontrados en la cárcel. Cada vez que terminaba uno de sus modelos sentía como si estuviera en medio del océano. "Sentí que las olas golpeaban el barco desde todas las direcciones, y sentí que me estaba rescatando", confiesa al citado medio.

Si Al-Alwi y Khalid Qasim hubieran tenido la oportunidad de salir de la cárcel en los años previos a 2017 sí que podrían haberse llevado sus creaciones. Entonces los artistas podían llevarse su arte cuando eran liberados o dárselo a sus abogados para que lo sacaran. Esta regla no escrita cambió a finales de 2017. En respuesta, cuatro abogados escribieron una carta a los funcionarios militares pidiendo que se anulara la prohibición pero, no obtuvieron respuesta.

Todo cambió cuando el Departamento de Defensa de EEUU se enteró de la existencia de la exposición de Erin Thompson, profesora de crimen artístico en el John Jay College de Nueva York. Gracias a la recopilación de obras de la abogada de Al-Alwi, la expertase encontró con todo un trabajo sobre Guantánamo. "Supuse que sería un trabajo sobre Guantánamo, escenas de la vida allí. En lugar de eso, vi todos estos hermosos paisajes y marinas de ensueño", rememora Thompson. Movida por la curiosidad, hizo un llamamiento en un grupo de correo electrónico de abogados de Guantánamo. Otros abogados con archivadores llenos de arte respondieron. Esa respuesta se tradujo en una exposición de 36 obras de actuales y antiguos detenidos.

Unas semanas después de la exposición de Thompson, la política de arte de Guantánamo cambió repentinamente. Según explica ella misma, el Departamento de Defensa de EEUU se preocupó de que algunas de las obras estuvieran a la venta. Sin embargo, las únicas que podían adquirirse eran las de antiguos detenidos. La prohibición del gobierno estadounidense hizo que la exposición de Thompson llamase la atención de la ciudadanía. "Y mucha gente acudió a la exposición", asegura. Esta recopilación de obras sigue viajando de centro en centro. En su web van comunicando las fechas y lugares en los que va aterrizando.

Mientas tanto, un grupo de exdetenidos sigue luchando para que la norma cambie y los presos también puedan liberar su arte al salir de las cárceles. Por ello, están preparando la publicación de una carta abierta dirigida al presidente de Estados Unidos, Joe Biden, para pedirle que anule la prohibición de la era Trump. La BBC ha tenido acceso a unas líneas de este comunicado: "El arte nos ayudó a sobrevivir en Guantánamo, a superar las penurias y dificultades. Fue nuestro único escape del dolor y la soledad de la prisión".