Tres cuartas partes de la miel producida en todo el mundo contienen una clase de pesticidas conocidos por su papel en el declive de las abejas y por su daño a un gran número de especies no objetivo según un estudio publicado esta semana en la revista 'Science' por un equipo interdisciplinario de la Universidad de Neuchâtel y el Jardín Botánico de Neuchâtel, Suiza.
"Sobre la base de esta última ciencia, la gran mayoría de las muestras estudiadas no representan ningún riesgo para la salud de los consumidores", afirma sobre los riesgos para las personas el autor principal del estudio, Edward Mitchell, profesor y jefe del laboratorio de biodiversidad del suelo de la Universidad de Neuchâtel, actualmente en Landcare Research en Lincoln, Nueva Zelanda.
En cambio, la situación es más crítica para las abejas. "En todo el mundo, las abejas están expuestas a concentraciones de neónicos que han demostrado efectos en el comportamiento de las abejas, la fisiología y las capacidades reproductivas", señala el profesor de agroecología en la Universidad de Neuchâtel, Alexandre Aebi, que también es apicultor. Los neónicos representan un tercio del mercado mundial de plaguicidas y se utilizan para proteger los principales cultivos como el maíz y la soja de las plagas de insectos.
Los neónicos atacan el sistema nervioso central de plagas de invertebrados, causando parálisis y muerte. Debido a que los neónicos se encuentran en toda la planta, incluyendo el polen y el néctar, las abejas se contaminan escarban en ellas, contaminándose por tanto la miel.
El estudio analizó 198 muestras de miel de todo el mundo, buscando los cinco neónicos más utilizados, concluyendo que el 75% de las muestras contenían, al menos, una de estas cinco sustancias. Las proporciones varían considerablemente entre las regiones, con los niveles más altos en América del Norte, Asia y Europa, y el más bajo en América del Sur.
Las concentraciones medidas fueron inferiores al nivel máximo de residuos autorizado para el consumo humano para todos los compuestos y muestras, pero la concentración total excedió este límite para dos muestras que contenían cinco neonicotinoides. No obstante, queda por determinar cómo la contaminación por múltiples sustancias puede afectar a las abejas, los seres humanos u otros organismos.
Los investigadores utilizaron una colección mundial de miel obtenida a través del esfuerzo científico ciudadano dirigido por el jardín botánico de Neuchâtel. "Las muestras fueron proporcionadas aleatoriamente por más de 100 donantes", afirma el director del jardín botánico, Blaise Mulhauser, que indica que se seleccionaron "mieles prioritarias de pequeños productores locales, con el fin de obtener una representación geográfica equilibrada".