La lluvia de estrellas fugaces conocida como las Líridas se observa cada año aproximadamente entre el 16 y el 26 de abril. Este año tendrá su punto máximo durante las noches del martes 21 y del miércoles 22 de abril a partir de las 23:00 horas. Este fenómeno astronómico será visible en todas las partes del mundo, según explica la revista científica SINC.

El confinamiento por el coronavirus no impedirá que podamos observar la lluvia de estrellas desde la ventana sin necesidad de tener un telescopio. Este año, las líridas coinciden con la luna nueva, lo que significa que no habrá tanto esplendor en el cielo y permitirá una mejor visibilidad de las estrellas fugaces.

Sin embargo, según el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), habrá que tener paciencia, puesto que cruzará el cielo una cada diez o 15 minutos siempre y cuando las previsiones meteorológicas en la Península sean favorables y los cielos no estén cubiertos.

A diferencia de otras lluvias de estrellas, las Líridas se caracterizan por ser unas bolas de fuego que a su paso iluminan todo el cielo y no suponen ningún riesgo para la Tierra. En el momento álgido de la lluvia se podrán ver entre diez y 20 meteoros por hora. Así que solo tienes que asomarte a la ventana y esperar a que la suerte te brinde el momento mágico de ver una estrella fugaz y pedir un deseo.

¿Cuál es el origen de la Líridas?

Estas estrellas fugaces proceden de Lira, una pequeña constelación cuya estrella principal llamada Vega es una de las más brillantes del cielo.

El origen del nombre de la constelación proviene del mito griego que hace referencia al instrumento musical de Orfeo, hijo del dios Apolo. Cuando nació Apolo le regaló una lira a su hijo, con el tiempo, este se convirtió en uno de los mejores músicos y poetas de la época. Por lo que tras la muerte de Orfeo, su padre ordenó elevar la lira al cielo convirtiéndose en la constelación Lira.

¿En qué consiste la lluvia de estrellas?

Los pequeños cuerpos celestes que se encuentran orbitando alrededor del Sol dejan a su paso una cola luminosa de miles de kilómetros de hielo, polvo y roca. Y eso es lo que vemos en el cielo, las pequeñas partículas llamadas meteoroides que se cruzan con la Tierra y se desintegran al atravesar la atmósfera dejando trazos visibles.