La duración de la vida de un cometa suele estar dictaminada por su proximidad al Sol. Las tensiones térmicas y gravitacionales causadas por la ingente estrella pueden generar auténticos estragos en los cuerpos celestes. Directamente, como explica la NASA, "se rompen".
No obstante, desde su descubrimiento el pasado mes de marzo, el famoso cometa NEOWISE ha decidido que "lo normal" en astronomía no va con él. Lo suyo es deslumbrar a los fanáticos de las estrellas de todas las formas posibles. Por ello, antes de despedirse definitivamente de nuestro planeta —no lo volveremos a ver hasta dentro de casi 7.000 años— ha querido dejar un último recuerdo: la inédita fotografía tomada por el telescopio Hubble.
"Es la primera vez que el Hubble ha fotografiado un cometa de este brillo con tal resolución después de su paso por el Sol", escribe la NASA en su comunicado. Efectivamente, se trata de un evento memorable, puesto que el pasado 8 de agosto dicho telescopio fue capaz de inmortalizar el cometa en un estado "intacto".
La ingente nube de gas y polvo capturada por el telescopio
"El Hubble tiene una resolución mucho mejor que la que podemos obtener con cualquier otro telescopio", señala en el artículo citado el investigador de Caltech Qicheng Zhang, en Pasadena, California. "Esa resolución es clave para ver detalles muy cercanos al núcleo. Nos permite ver cambios en el polvo justo después de que se separa de ese núcleo debido al calor solar, muestreando el polvo lo más cerca posible de las propiedades originales del cometa", asegura.
Básicamente, cuando un cometa como el NEOWISE recorre la galaxia a 231.000 kilómetros por hora, deja consigo una ingente nube de gas y polvo. Y no es ninguna exageración: son 18.000 kilómetros de nube. Al menos, eso es lo que han podido recoger en la fotografía de la agencia espacial.
No obstante, lo que se aprecia desde el telescopio no es la roca en sí. Según los cálculos de la NASA, el tamaño del núcleo del NEOWISE no es mayor de 4,8 kilómetros de ancho. Lo que ocurre es que de dicho núcleo salen unos chorros disparados que, al ir en direcciones opuestas, se curvan en estructuras más amplias. Eso es lo que brilla, lo que se ve y, sobre todo, lo que le interesa a la NASA para avanzar.
Un paso más cerca de conocer el Sistema Solar primitivo
El hecho de que se pueda apreciar con tanta resolución el cometa favorece el aprendizaje de materias muy complejas. Las fotos del Hubble pueden ayudar a revelar una característica muy importante del polvo que libera el cometa —el mismo que forma la nube de la que hablábamos—. Específicamente, gracias a este tipo de imágenes se puede observar cómo cambian los colores del polvo conforme se acerca al Sol.
Esto a priori no parece decir mucho, pero puede ser la clave para explicar cómo el calor solar afecta a la composición y estructura del cometa. Y eso, a su vez, permite alcanzar un objetivo mayor: conocer las propiedades originales del polvo para aprender más sobre las condiciones del sistema solar primitivo en el que se formó. A día de hoy, las investigaciones están profundizando más en los datos para ver qué pueden confirmar. Pero una cosa está clara: este fabuloso cometa no deja de sorprendernos.