ASI FUNCIONA
Tesla inventa una nueva forma de impulsar sus coches: alquilarlos
Las ventas de Tesla no son las mejores de la historia. Pero el nuevo recurso para combatirlo es ofrecer sus coches en alquiler.

Publicidad
Tesla lleva meses empeñada en vendernos que la demanda está intacta y que las colas siguen, pero la realidad es otra y más tozuda: los coches se acumulan en campas, las listas de espera se han esfumado y la marca ha empezado a alquilar unidades para mover inventario. No es una campaña de movilidad; es un parche contable y de relaciones públicas que huele a salida de emergencia, y conviene entender por qué un fabricante que presumía de vender con solo anunciarlo ahora recurre a poner un Model 3 por 60 dólares al día.
Lo que hay detrás no es novedad viral ni anécdota local: la bajada de incentivos, la competencia feroz (especialmente de las marcas chinas) y un catálogo que no ha evolucionado suficientemente han vaciado la demanda real. El alquiler masivo no arregla márgenes, acelera la depreciación y transforma coches nuevos en productos de segunda fila; paradójicamente, lo que Tesla intenta esconder con ese movimiento es la pérdida de aquella ventaja que la convirtió en referencia de los coches eléctricos.

Tesla ya no vende: alquila (y con truco)
El programa arrancó en tiendas de California y, por el precio, parece dirigido a turistas con ganas de fardar; sin embargo, la letra pequeña lo deja claro: solo versiones concretas, alquileres cortos (3–7 días), límites geográficos y penalizaciones por batería baja. Es decir, usas el coche lo justo para que deje de ocupar sitio y vuelve a la campa sin que te lo lleves de viaje. Para Tesla esto significa ingresos marginales, algo de visibilidad y, sobre todo, quitar presión a unos almacenes llenos.
Esa estrategia tiene costes: un coche de alquiler se deprecia más, su valor residual cae y la marca asume mantenimiento y riesgos que no aparecen en la cuenta de resultados como si fueran ventas reales. Añade que Tesla ya está moviendo unidades a otras compañías del grupo como si fueran flota corporativa para maquillar números, y el cuadro deja de ser simpático para convertirse en gesto de desesperación que huele a coche barato.
Lo más curioso es que al terminar la semana de alquiler y querer comprar ese mismo coche solo te regala 250 dólares de descuento, que es como decir: “pruébalo, pero no te enamores lo suficiente como para pagarlo al contado”.

La trampa del inventario y la competencia
Las campas lo dicen todo: hay miles de coches sin matricular, muchos Model Y/Model 3 y un Cybertruck que acumula unidades como si fuera un objeto de museo sin público. La eliminación de créditos fiscales en EE. UU. y la presión de rivales más baratos y mejor equipados han reducido la demanda, y cuando el mercado se enfría, bajar precios no siempre salva la situación; a veces solo destruye márgenes.
En Europa la foto es similar: el auge de marcas chinas competitivas, las ayudas públicas menguantes y una oferta muy diversificada han convertido a Tesla en una opción más, ya sin el halo indiscutible de antes. Eso explica que la cuota se haya resentido y que la marca, lejos de reaccionar con producto nuevo y relevante, opte por sacudirse inventario con alquiles tácticos.
Al final, alquilar coches no es innovación: es parche, y parcheado, el problema sigue ahí: catálogo envejecido, competencia feroz y la pregunta incómoda de siempre: ¿vender o maquillar cifras?. Mientras tanto, el público seguirá comparando y muchos descubrirán que hay alternativas mejores, más baratas o simplemente más sensatas, y entonces Tesla ya no tendrá excusa.
Publicidad





