¿HAY UNA VERSIÓN MÁS GRANDE?

Extremadamente grande, y extremadamente llamativo, así es el Defender imposible de aparcar en la puerta de casa

Es inmenso, tan grande que es posible que la ciudad no tenga calles lo suficientemente anchas para él.

Land Rover Defender 127 1987

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Lo de este Land Rover Defender 127 by Heritage Driven no es tamaño XXL ni siquiera XXXL: este tiene directamente su propio código postal. Es tan largo, tan alto y tan bestia, que da la sensación de que se ha escapado de una base militar y que se ha perdido yendo a Afganistán. Cuando lo ves de cerca, no piensas en conducirlo, piensas en que igual necesita un remolque gasolinera.

El problema, claro, es que todos tenemos en la cabeza las calles españolas, esas en las que ya cuesta meter un utilitario entre farolas, contenedores y coches mal aparcados, y de repente imaginas a este mamotreto verde intentando aparcar junto al estanco y te entran ganas de reír. Porque sí, será un espectáculo en mitad de un desierto de Utah, pero en Zaragoza o en Cádiz es directamente material de sketch televisivo.

Land Rover Defender 127 Heritage Driven
Land Rover Defender 127 Heritage Driven | Bring a trailer

El elefante en la cacharrería urbana

Cuando se diseñó el Defender original, la idea era hacer un todoterreno duro, práctico y con el encanto de lo sencillo. Este, en cambio, es como si a alguien se le hubiera ocurrido que el concepto de “práctico” significaba construir un tanque con asientos de cuero y pantallita táctil.

Es tan ancho que en una calle con coches a ambos lados ocuparía media calzada, y eso sin contar los retrovisores, que parecen brazos de culturista abriéndose paso a codazos. La escena de intentar girar en una glorieta estrecha sería digna de grabarse: un coche que da vueltas con la gracilidad del Titanic esquivando icebergs.

Lo mejor es que no importa porque esa es la gracia de un coche así: está hecho para ser excesivo, para que todo a su alrededor parezca diminuto y para recordarte que la palabra “proporción” nunca estuvo en el manual de Heritage Driven.

Land Rover Defender 127 Heritage Driven
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Un vecino incómodo, muy incómodo

Imagínate que tu vecino decide comprarlo y lo aparca delante de casa. De repente, ya no ves la acera desde tu ventana, el sol desaparece durante la mitad del día y los del portal de al lado empiezan a colgar pancartas pidiendo auxilio porque no pueden salir.

El tamaño es tal que, si lo dejas en batería en un supermercado, lo confunden con el camión de reparto. Los niños lo usan de escondite, los repartidores lo maldicen porque les tapa el paso, y la grúa municipal necesita venir con colegas para moverlo.

Aun así, hay que reconocerlo: da envidia. Porque aunque sepas que es un disparate, que jamás encajaría en tu rutina y que en tu garaje no cabría ni tirando de radial para partirlo por la mitad, tiene ese aire de poder absoluto que hace que quieras subirte y mandar callar al mundo desde la altura de su cabina.

Land Rover Defender 127 Heritage Driven
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Fantasía de aventurero, realidad de contorsionista

Este Defender está pensado para desiertos, montañas y terrenos imposibles, no para rampas de garaje con 90 grados imposibles que ya son un suplicio con un compacto. Ahí dentro acabarías haciendo más maniobras que un piloto de Fórmula 1 en boxes.

También es buena parte de su encanto: es un coche que no engaña, no va de Carácter campero para llevarlo por caminos y un precio imbatible tanto en gasolina como etiqueta Eco: es el más vendido de España en 2025. Es un monstruo auténtico, que pide barro, polvo y paisajes infinitos, aunque la mayoría de sus dueños acaben usándolo para ir al brunch del domingo.

Claro, cuesta más de 140.000 euros, así que ni siquiera se puede considerar un capricho: es directamente un juguete de lujo. Uno que, por tamaño y descaro, convierte cualquier barrio en escenario de comedia involuntaria y cualquier trayecto en desfile.

Este Defender 127 es un coche que no se compra con la cabeza, sino con la sonrisa torcida del maníaco que disfruta del exceso por el exceso. Es desproporcionado, inútil en la ciudad e imposible de aparcar, pero precisamente por eso resulta tan magnético. Porque al final, ¿a quién no le gusta un buen disparate sobre ruedas?

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