CINCO MITOS
Cuando el coche es más famoso que su marca: 5 casos que lo petaron sin pedigree
Hay coches que son tan buenos, tan míticos, o tan carismáticos, que acaban eclipsando a la marca que los fabricó.

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No importa si el logo del capó es poco conocido, o si la marca en sí desapareció hace años: el modelo quedó en la memoria colectiva, y lo mejor es que no hablamos de Ferraris ni Lamborghinis, sino de máquinas que nacieron en la tierra y acabaron ganándose un hueco en el Olimpo.
Esto pasa mucho en los rallys, donde el barro, los saltos y los tramos infernales no perdonan mediocridades. Si un coche sobrevive a eso y encima gana, se convierte en leyenda, y a veces, ese nombre (EVO, Delta, Quattro…) es lo único que importa. Nadie se acuerda de la marca; pero recuerdan el coche.
Aquí van cinco ejemplos de coches que se hicieron tan famosos que su nombre vale más que el escudo que llevan en el morro. Algunos siguen vivos en la memoria. Otros, como sus marcas, están criando polvo. Pero todos dejaron huella.

Mitsubishi Lancer Evolution (EVO)
Lo de “Mitsubishi” suena hoy a SUV híbrido con nombre raro y anuncios de leasing, pero durante casi dos décadas, esa marca japonesa fue responsable de uno de los coches más salvajes que han pisado un tramo: el EVO. Da igual la generación: del III al IX, todos eran coches de calle disfrazados de coche de rally, o al revés, según se mire.
El EVO se convirtió en una religión entre los gasolineros. Turbo, tracción total, diferencial activo, y un carácter agresivo que se notaba desde que girabas la llave. Ganó títulos en el WRC y se convirtió en estrella en videojuegos, mangas y competiciones locales, y lo mejor: lo podías comprar tú. Bueno, si vivías en Japón, porque en Europa nos llegaron con cuentagotas.
Lo importante es que el nombre “EVO” quedó grabado a fuego. La marca es Mitsubishi, pero bien podría ser Melones López. Si alguien dice “EVO”, todos sabemos de qué se habla, y no es del Evolution de Renault, precisamente.

Subaru Impreza WRX
Otro caso de libro. Subaru lleva décadas haciendo coches fiables, funcionales, y con el corazón bóxer. Pero nadie les aplaude por los Forester o los Legacy. El estallido vino con el Impreza WRX, que empezó como berlina compacta y acabó siendo una bestia de los tramos, y si encima le pones un alerón del tamaño de una tabla de surf, mejor.
El Impreza se ganó su fama con méritos propios. Pero tuvo dos ayuditas: Colin McRae y los videojuegos. En los 90, si tenías una PlayStation y algo de sangre en las venas, jugabas al Colin McRae Rally y soñabas con volar entre árboles en tercera. El Impreza era el coche. Punto. Sonido ronco, azul pitufo y llantas doradas. Lo demás era ruido.
Hoy, mucha gente no sabría decir de qué país es Subaru, pero si dices “Impreza”, te responderán al vuelo porque no se queda en un coche sino en un icono. Como con el EVO, su apellido acabó siendo más grande que su nombre.

Lancia Delta Integrale
Aquí hablamos de palabras mayores. El Delta Integrale no solo fue famoso: fue el coche que convirtió a Lancia en campeona del mundo de rallys durante seis años seguidos. Seis. Y no compitiendo con amateurs, sino contra Audi, Toyota, Ford, Subaru, Mitsubishi… Un dominio total.
Incluso ahora, si en una conversación dices “Delta”, no piensan en aerolíneas ni en matemáticas. Piensan en el Integrale. En aquel coche cuadrado, musculoso, con entradas de aire y pasos de rueda abultados, que se comía los tramos con una rabia que ni los Group B. Un coche que, sin exagerar, hizo famosa a Lancia mucho más que cualquier berlina que sacaran antes o después.

Audi Quattro
Sí, Audi es una marca potente, con prestigio, tecnología y millones invertidos en publicidad, pero antes de ser lo que es hoy, tenía que demostrar que no era una marca para señores alemanes con calcetines altos. Ahí apareció el Quattro. Así, a secas. Ni A4 ni A6. Solo “Quattro”.
El Audi Quattro revolucionó los rallys al meterle tracción total a un coche de competición. Algo que ahora damos por hecho pero que en los 80 fue una locura. Tanto que lo prohibieron. Pero antes de eso, ya había cambiado las reglas del juego. Ganó, intimidó y puso a Audi en el mapa.
Lo curioso es que “quattro” se convirtió en más que un modelo. Fue una tecnología. Una filosofía. Hoy lo usan en todos sus coches, pero el original sigue teniendo ese aura especial. Si alguien dice “el Quattro”, no piensa en un SUV de leasing. Piensa en aquel coche blanco que saltaba en los Alpes como si la física no importara.

Ford Escort RS Cosworth
Ford tiene muchos coches míticos, pero pocos como el Escort RS Cosworth. Aunque el apellido “Cosworth” venía de antes, fue con esta bestia de los 90 cuando todo explotó. Aletas ensanchadas, turbo gordo, alerón descomunal. Podías usarlo para ir al Pryca… después de un tramo cronometrado.
En Reino Unido fue religión, en Europa continental, leyenda, y en España, un unicornio que todos queríamos ver alguna vez en persona. El motor preparado por Cosworth, la tracción total y el diseño de armas tomar lo convirtieron en objeto de deseo. No era un Escort más. Era el Escort. El único.
Aunque Ford es una marca universal y reconocida, cuando hablas con alguien del mundillo y dices “Cosworth”, nadie te pregunta si es Ford o Mercedes. Todos saben de qué hablas. El coche eclipsó al fabricante. Y lo hizo con ruido, turbo y gasolina.
¿Y entonces?
Estos cinco coches son ejemplos de lo que pasa cuando un modelo rompe el molde. Cuando no se limita a ser un producto más, sino que deja huella. A veces, eso ocurre en los tramos de rally. Otras, en las pantallas de la consola, y otras, simplemente, porque el coche era tan redondo que se convirtió en leyenda.
Las marcas que los crearon pueden haber cambiado, caído en desgracia o reinventado su catálogo. Da igual. Esos modelos siguen vivos en la memoria de los que saben lo que valen. Porque en el fondo, hay veces en que el apellido se come al nombre, y en el mundo del motor, eso solo lo logran los grandes.
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