EL FIN DE UNA ESTIRPE CON PEDIGREE

¿Y ahora quién nos va a poner nerviosos en los semáforos? Adiós al Civic Type R

Desde que naciera el primer Civic Type R en 1997, ha sido la vara de medir para todo lo que viniese con siglas GTI, S o RS. Mientras el resto del mundo se lanzaba al downsizing, a los motores eléctricos o a los SUV vitaminados, Honda insistía en que un tracción delantera con motor atmosférico (y luego turbo, pero con alma) podía seguir dando guerra.

Honda Civic Type R ‘Ultimate Edition’

Honda Civic Type R ‘Ultimate Edition’Honda

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El Honda Civic Type R no es solo un compacto deportivo: es un símbolo. Desde que naciera el primer Civic Type R en 1997, ha sido la vara de medir para todo lo que viniese con siglas GTI, S o RS. Mientras el resto del mundo se lanzaba al downsizing, a los motores eléctricos o a los SUV vitaminados, Honda insistía en que un tracción delantera con motor atmosférico (y luego turbo, pero con alma) podía seguir dando guerra, y vaya si la ha dado.

Este Civic Type R 2025, basado en la undécima generación del Civic, es el último de su estirpe. Honda ya ha anunciado su despedida. No habrá sucesor directo, y lo que venga será seguramente híbrido, eléctrico… o directamente un recuerdo. Para muchos, este es el canto del cisne de un linaje que nunca traicionó su esencia: motor delantero, tracción delantera, cambio manual y un chasis que hablaba contigo en cada curva.

Calzando sus 329 CV sacados de un 2.0 VTEC turbo, su caja manual de seis relaciones con uno de los mejores tactos del mercado, y su puesta a punto más afinada que la de un coche de carreras de fin de semana, el Type R no necesitaba postureo, ni launch control, ni ruido falso por los altavoces, ni modo Drift. Bastaba con plantarse en un semáforo, notar cómo el ralentí hacía vibrar ligeramente el capó, y decidir si ese día ibas a portarte bien… o no.

Tecnología al servicio del piloto, no del postureo

Una de las cosas que siempre ha definido al Civic Type R es que era un coche moderno, sí, pero no un esclavo de las pantallas. Este último modelo tiene su infotainment, claro, pero lo importante está donde debe estar: volante, pedales, cambio, freno. En lugar de saturarte con menús y gráficos de colores, te da herramientas de conducción: un diferencial autoblocante mecánico, un chasis con suspensiones adaptativas y una posición de conducción bajita, con unos asientos que abrazan más que tu madre cuando llegas tarde pero sano.

El Type R se convirtió en un arma seria en circuito. No por nada ha batido varios récords de Nürburgring en su categoría, incluido uno con esta generación. Pero lo que lo hace especial es que sigue siendo usable en el día a día. Puedes ir a por el pan sin romperte la espalda, y si se te cruza un túnel, basta con bajar una marcha y dejar que el escape cante como los ángeles cabreados. Hay coches más potentes, más caros y con más pantallas, pero pocos con este equilibrio.

Además, Honda no ha cedido al automatismo: el Type R sigue siendo un coche de conductor. No hay versión automática ni tracción total. Todo pasa por ti, por tus manos y por tus pies. Es un coche que exige, pero también recompensa, y aunque el diseño ha madurado respecto a generaciones anteriores (se acabaron los alerones de Gundam y los mil nervios en la carrocería), sigue siendo un coche que impone respeto. El tipo de respeto que hace que el de al lado en el semáforo te mire de reojo… y no se atreva a pisarle.

Honda Civic Type R ‘Ultimate Edition’
Honda Civic Type R ‘Ultimate Edition’ | Honda

Se va el Type R, pero queda su leyenda

El anuncio del final del Civic Type R es más que una despedida: es el cierre de una etapa. No habrá más compactos radicales con ADN japonés, tracción delantera y cambio manual puro. Puede que Toyota mantenga el tipo con el GR Yaris o el GR Corolla, pero el vacío que deja el Type R será difícil de llenar. Porque era algo más que cifras: era actitud. Era ese coche que, incluso parado, parecía preguntarte si estabas preparado para lo que venía.

Para los que crecimos viendo cómo los Type R hacían de las suyas en los foros, en las quedadas y en los tramos, es imposible no sentir un nudo en la garganta. El último modelo, además, se despide por todo lo alto: edición limitada, producción numerada y una sensación general de “cómpralo ahora o lo lamentarás para siempre”. Ojo, que ya está subiendo de precio en el mercado de segunda mano. Porque esto ya es pieza de colección.

Así que, sí, ahora que el Type R se va, ya nadie nos pondrá nerviosos en los semáforos. Nadie más nos mirará con ese alerón en el retrovisor pensando “como se le cruce el cable, me arranca las pegatinas”. Pero también es cierto que los coches no mueren del todo. Mientras haya alguien que escuche un VTEC subir hasta las 7.000 vueltas y sonría, el espíritu del Type R seguirá vivo. Aunque sea en nuestras cabezas… o en el garaje del vecino.

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