Cada día hay titulares en los medios de comunicación que nos hablan de nuevos efectos secundarios de la COVID. Según pasa el tiempo parece que este virus tiene más secuelas. Unas más graves que otras. Unas relacionadas directamente al virus y otras que aparecen de forma indirecta. Y entre ellas, la última que ha ocupado titular de una forma discreta es el insomnio.

Según varias investigaciones en países como Reino Unidad, Estados Unidos y aquí en España, la crisis del coronavirus ha hecho que descansar por la noche sea más difícil que de costumbre. De hecho, algunos expertos han acuñado el término “coronasomnia” o “Covidsomnia”, haciendo referencia a este problema de poder descansar y dormir en los tiempos que corren.

Lo definen como el fenómeno que afecta a personas de todo el mundo cuando experimentan insomnio relacionado con el estrés de la vida durante la pandemia actual. De hecho, un estudio en Inglaterra de agosto del año pasado dice que la tasa de insomnio aumentó de una de cada seis personas a una de cada cuatro personas, afectando especialmente a madres, trabajadores de servicios esenciales y grupos de minorías étnicas.

Hablando de España, según la Sociedad Española de Neurología (SEN), entre los sanitarios españoles la tasa de insomnio era del 80% durante los primeros meses de la pandemia (marzo, abril y mayo de 2020). Además, un 90% de ellos aseguraba que durante la primera ola habían padecido alguna afectación del sueño.

¿Puede un vaso de leche ayudar a dormir?

El truco de beber un vaso de leche caliente para ayudar a dormir es uno de esos trucos que ha ido pasando de boca en boca y de generación en generación hasta llegar al punto de que mucha gente lo defiende a capa y espada como la panacea ante el insomnio. Por eso no es de extrañar que ante la situación actual sea una de las palabras más buscadas en Google durante el año pasado.

De hecho, si navegamos un poco en Internet podemos llegar a encontrar artículos que dan su propio razonamiento neuro-científico sobre el por qué de su presunto efecto. Sus defensores destacan la gran cantidad de triptófano que aporte la leche, un aminoácido esencial que forma parte de las proteínas de la leche y que dicen que ayuda a mantener en el cerebro un nivel adecuado de dos componentes “clave” para combatir la falta de sueño: la serotonina y la melatonina.

La serotonina es una hormona que, a parte de muchos efectos, ayuda a reducir la ansiedad. Y la melatonina, conocida como la “hormona del sueño”, una de sus funciones es regular el equilibrio entre sueño y vigilia. Es decir, las horas que estamos despiertos y las horas donde nos entra sueño. Algo que en una primera instancia “científica” es correcto, ya que ambas hormonas necesitan de un adecuado aporte de triptófano, pero que en la realidad tiene sus lagunas.

La primera laguna es el tiempo en que tarde el triptófano en “hacer efecto”. Dicho de otra manera, aunque es verdad que el triptófano interviene en la formación de ambas hormonas, no tiene un efecto inmediato (o, como diría mi madre, no es la “purga Benito”). No porque ahora mismo tomes un alimento con triptófano al segundo vas a empezar a crear serotonina y melatonina. Tarda mucho más entre que es separada de la proteína y el cuerpo la utiliza para fabricar ambas hormonas.

Además, hay que tener en cuenta que la serotonina y la melatonina no son las únicas hormonas en el cuerpo. Hay muchas más, además de neurotransmisores y otras situaciones que pueden influir a la hora de “coger el sueño”. De hecho, la misma melatonina se ve influenciada por la luz o la claridad. Para empezar a producirla el cuerpo tiene que recibir el estímulo de poca luz. Algo que es fácilmente alterable si en la cama, además de estar tumbados, estamos con el móvil, la Tablet, o cualquier dispositivo que emita luz.

Y por último, quien dice un vaso de leche dice cualquier otro alimento rico en melatonina, como pueda ser un huevo frito. De hecho, mientras la leche aporte alrededor de 92 mg de triptófano por cada vaso, un huevo frito tiene 98 mg. Entonces, ¿qué mas nos daría un vaso de leche que un par de huevos fritos bien mojados de pan? Sobre todo teniendo en cuenta que el pan también tiene triptófano.

Alimentos ricos en triptófano

Y no son los únicos. Aunque el triptófano es un aminoácido esencial, es decir, el cuerpo “no lo puede fabricar por si mismo” y necesitamos incorporarlo en nuestra alimentación todos los días, no escasea precisamente en los alimentos y en nuestra alimentación habitual.

Para que te hagas una idea, 40 gramos de queso gouda aportarían casi 140 mg de este aminoácido, mientras la misma cantidad de queso parmesano aportarían 225 mg. Al final no deja de ser leche concentrada y madurada, por lo que se disparan las cantidades.

No solo los lácteos son ricos en triptófano. La carne también viene bien servida, como pueda ser el lomo de cerdo (483 mg en 125 gramos), el pollo a la plancha (496 mg en 125 gramos), o la ternera (498 mg en 125 gramos).

¿Por qué me da sueño la leche?

Entonces, ¿de donde viene el rumor? Por un lado, de estudios científicos. Que haberlos, ‘haylos’. Pero en cantidades de triptófano muy superiores a los que aporta un vaso de leche. Estamos hablando de que en los estudios se han hecho con cantidades que van desde 1 gramo hasta 15 gramos. Que, comparado con los 0’092 gramos de la leche, se nos queda un poco lejos para hacer la extrapolación del efecto.

Y por otro lado está el efecto placebo. Bien porque el vaso esté calentito y nos reconforme, o simplemente porque “nos creemos” el efecto y nos auto-convencemos de que nos entra sueño es suficiente para cambiar el “chip” y meternos a la cama a dormir. El poder de la mente es muchas veces maravilloso, y este puede ser un ejemplo claro de ello.

Otro claro ejemplo pueden ser las infusiones de tila, de manzanilla o de hierbaluisa. Está claro que mientras que no sean bebidas excitantes como el café o el té, también nos van a ayudar a dormir. O una cena ligera donde no han aparecido fritos y grandes cantidades de grasas que nos dificulten el sueño. O un plátano. Al final, el efecto “demostrado” del vaso de leche es el confort. Por lo que podemos sustituirlo por lo que más nos guste y nos ayude a dormir. Todo es cuestión de fe más que de ciencia en este caso.