Ni los mojitos, ni la piña colada, ni los granizados de colores chillones. La bebida del verano en España (con perdón de la horchata) es el gazpacho. Un plato que, aunque podemos elaborarlo durante todo el año ya que sus ingredientes siempre están presentes en la oferta de los mercados y supermercados de nuestro país, solemos acordarnos de él cuando el calor aprieta.

El gazpacho no siempre fue con tomate

Si pensamos en gazpacho, el primer color que se viene a nuestra mente es el rojo. Aunque el tomate y el pimiento son las incorporaciones más recientes de esta receta, ya que, según los historiadores y entendidos en la materia, este plato se remonta a la época romana (cuando en occidente no se conocía ninguno de estos dos alimentos hasta que fueron traídos de América).

Los antiguos romanos ya tomaban una especie de sopa que estaba hecha a partir de trozos de pan duro que adobaban con ajo, y mojaban en agua, aceite y vinagre. De hecho, la misma palabra gazpacho nos indica los orígenes de esta popular receta. ‘gaspa’ que proviene del latín caspa, que significa fragmento o residuo, y ‘atxo’, que significa sopa en mozárabe.

El gazpacho no es salmorejo, y viceversa

Además de una diferencia fundamental en cuanto a sus ingredientes (el gazpacho, en principio, no llevaría pan entre sus ingredientes, cosa que el salmorejo si) y en su textura, ya que el salmorejo es mucho más espeso y está pensado para ser comido, y no bebido como el gazpacho, el gazpacho proviene de una receta que tomaban los campesinos cuando paraban a descansar.

Tomaban gazpacho porque, aunque no hay que masticarlo, calmaba la sed, y, por supuesto era mucho más completo que el agua. La mezcla de verduras y el vinagre refrescaba la boca, y la sal favorecía que los trabajadores no se deshidrataran a pleno sol. De hecho, el refranero popular ya dice que ‘con el gazpacho, nunca hay empacho’. Y es que, ¿cuántos litros somos capaces de tomarnos durante el periodo de calor?

Seguramente muchos. Y tomaríamos muchos más si nuestra voz interior no nos dijera que, aunque a base de verduras y agua, pasarse de la raya no puede ser bueno. Porque, todo lo que está rico, ‘algo malo debe tener’. ¿Qué hay de cierto en esto?

¿Engorda el gazpacho?

Si lo comparamos con un vaso de agua, es verdad que el gazpacho tiene más calorías. Pero no es muy complicado tener más que el agua, ya que ésta tiene cero calorías. Es decir, si cada vez que vas a la cocina y tienes sed prefieres abrir la nevera y beberte un vaso de gazpacho antes que agua, podríamos decir que si engorda.

Pero si en vez de poner en la mesa otras preparaciones fritas, empanadas o ultraprocesadas, el gazpacho, ya no solo por que tenga menos calorías, si no porque tiene mejor perfil nutricional, aquí el gazpacho podríamos decir que no engorda. En resumen, todo depende de qué uso demos de él.

¿Por qué digo esto? Por una sencilla razón: el gazpacho es una preparación, una receta, un plato… Es decir, que no es un líquido para acompañar a un primero, un segundo y un postre. Ese sería una forma errónea de usarlo. Pero en sustitución del primero (o incluso del segundo) este plato es una forma maravillosa y refrescante de comer.

También hay que tener otro punto en cuenta: sus ingredientes. Es verdad que con respecto el tomate, el pepino, el ajo y el pimiento no hay que preocuparse (salvo que nos pasemos con el ajo o lo hagamos demasiado “fuerte” y se nos “repita” horas después de comerlo). Pero no nos olvidemos que otro ingrediente esencial es el aceite de oliva.

El aceite de oliva, por muy virgen extra que sea, y muy cardioprotector que sea (que lo es, y mucho), no deja de ser una grasa. Es decir, que es el nutriente que más calorías aporta de todos lo que existen (incluso que del alcohol). He visto gazpachos donde se podía ver el aceite a simple vista. O incluso restaurantes que, cuando me lo servían, lo “decoraban” con un buen chorro de aceite por encima. ¿Para que quiero más aceite si la receta ya lleva?

Si hay algún punto “crítico” de este plato, sería la cantidad de aceite que se le añade. ¿Cuál sería la cantidad justa? La necesaria para que “sepa” pero que no suponga una bomba de grasas. Que por muy saludables que sean, todo exceso de grasas acaba donde todos los excesos de calorías, en nuestra propia grasa corporal. (Y por supuesto, nada de decorar por encima con otro chorrito de aceite).

¿Es saludable el gazpacho?

Como podemos prever, sí. Pero seguramente que lo sea mucho más de lo que podemos llegar a imaginarnos. El simple hecho de que sus ingredientes principales sean verduras ya nos hace pensar que es una dosis muy rica de nutrientes en una muy baja cantidad de calorías.

Esta receta es una fuente muy importante de vitamina A y C en nuestra alimentación. De hecho, una sola ración de gazpacho llega a aportar más de la mitad de la vitamina C que necesitamos cada día. Una vitamina que, además de ayudar a que nuestro sistema inmunológico funcione de forma normal y óptima, está involucrada en la creación del colágeno de la piel. Y si pensamos cómo castigamos este órgano poniéndonos al sol, no viene nada mal que a nuestro cuerpo no nos falte para que no se resienta la piel.

Y no solo eso. Si vemos su color (rojo, anaranjado) ya nos dice que también es una gran fuente de licopeno, uno de los grandes antioxidantes de la dieta y que, entre otras cosas, tiene poder vasodilatador, nos protege contra la hipertensión y de la formación de trombos. Si pensamos además que este licopeno viene acompañado del aceite de oliva virgen extra, con su aporte de antioxidantes y de vitamina E, el gazpacho es un gran aliado para la salud de nuestro corazón.

Por último, y no por ello menos importante, lleva agua. Y mucha en comparación con otros alimentos. Algo que, especialmente en verano, es importante para evitar la deshidratación y los golpes de calor, por lo que los niños y las personas mayores son dos de los grandes beneficiados por su alto riesgo a sufrirlos.

Sólo añadiría una cosa más para poder tener un gazpacho perfecto: cuidado con la sal (especialmente con las personas hipertensas) y no le añadas cubitos de hielo. No porque nutricionalmente pase nada, pero aguar esta delicia hace que disminuyamos su densidad nutricional. Si puedes evitarlo, mejor que mejor.