No hay campo sin grillo… ni Semana Santa sin torrijas. Un dulce tradicional, casi indispensable para estas fechas, pero que cuenta con un pero: las fechas. Su consumo nos pilla recuperándonos de los excesos de Navidad y a las puertas de la temporada primavera/verano donde tenemos que someternos al juicio de la ropa del año anterior.

Y aunque hay recetas para todos los gustos, las que son presuntamente “light” o más ligeras que las tradicionales parecen que no nos acaban de convencer. Y es que, a ese pan bañado en leche infusionada con canela, azúcar, limón (y algunas veces naranja, miel, vainilla, etc…), frito y espolvoreado de canela y azúcar no hay muchas personas que se le resista.

¿Cuánto engorda una torrija?

Solo con ver el proceso de elaboración y los ingredientes nos podemos hacer una idea de que ligeras no son, pero muchas veces no somos conscientes de lo que nos llega a aportar una sola rebanada de este manjar de penitencia en estas fechas. Hablando en calorías, una sola torrija de tamaño mediano puede llegar a suponer hasta 250 kilocalorías. ¿Cuántas veces nos hemos comido en un día dos o tres? ¿Cuántas veces ese día de “exceso” se ha convertido en 3 o 4 días?

Es verdad que este año, con las restricciones de la pandemia vamos a evitarnos muchos compromisos de ir a casa de gente de visita, y tener que comernos una “por compromiso”, pero, viendo los antecedentes del confinamiento con los bizcochos y el pan, no descartamos volvernos esta semana festiva maestros reposteros de torrijas.

A nivel de grasas, es verdad que también son altas, aportando más de 15 gramos por torrija, aunque la buena noticia es que 8 de esos 15 gramos corresponden a grasas monoinsaturadas, especialmente cuando las freímos en aceite de oliva. Y por el contrario, son bastante carentes de grasas saturadas (1,9 gramos por torrija), y las que aporta, son provenientes de la leche, es decir, que aunque saturadas, no son tan dañinas para nuestro cuerpo como la grasa saturada de carnes procesadas y embutidos, por ejemplo.

La clave es el azúcar. Si somos moderados, una sola torrija puede aportar alrededor de 5 o 6 gramos de azúcar, la mayoría de ellos libres, es decir, de los que la Organización Mundial de la Salud recomienda reducir y controlar. Algo que se “agrava” ante la falta de fibra, ya que la mayoría de las veces hacemos las torrijas con pan de harina refinada o pan brioche. Según varios análisis nutricionales, la media de fibra suele ser 1 triste gramos por torrija, es decir, casi nada.

Por decir también cosas positivas sobre ella, es una fuente de calcio, de proteínas (gracias a la leche y el huevo) así como moderadas tirando a bajas en colesterol. También destaca su aporte de potasio. Pero, ni aún así, podemos decir que sea un alimento de consumo frecuente o que debamos hacer excesos estos días si no queremos descompensar en exceso nuestra dieta.

Torrijas al horno

El gran reto de estos días es conseguir hacer unas torrijas que estén ricas y que tengan un poco menos de calorías, grasas y azúcares. Pero claro, le estamos recortando justo lo que hace que la torrija sea irresistible para la gran mayoría de la población, por lo que el reto es bastante complicado sin que nos quede un cartón rebozado en edulcorante granulado.

Por eso, para este año quiero compartiros una de las muchas recetas que he estado investigando a lo largo de los años, y son las torrijas al horno. A pesar de que con esta receta sigue siendo un alimento de consumo ocasional, sí conseguimos quitarle algo de grasa y calorías al no necesitar el proceso de fritura. Aunque la clave va a ser controlar bien los tiempos y temperaturas en el horno para que no nos queden torreznos en vez de este dulce típico.

Ingredientes

1 barra de pan (si es 100% integral mejor)

1 litro de leche (desnatada o semidesnatada)

La piel de una naranja

La piel de un limón

Canela en rama y molida

Azúcar

1 huevo

¿Cómo se hacen las torrijas al horno?

1. Como en todas las recetas de torrijas, lo primero que hacemos es infusionar la leche poniéndola en un cazo junto con la piel de la naranja y el limón, una rama de canela y azúcar al gusto, a fuego lento. Es importante no dejar de remover para que no se nos queme la leche y retirar del fuego cuando hierva.

2. Dejamos enfriar la leche (porque si echamos la leche caliente al pan podemos romperlo) y mientras cortamos rebanadas de pan de, aproximadamente, 2 dedos de grosor.

3. Batimos el huevo en un plato y reservamos

4. En una bandeja, colocamos todas las rebanadas de pan y, cuando la leche esté fría, vamos a ir bañándolas poco a poco, que absorban bien la leche todas las rebanadas por todos los lados. Un truco es hacer primero medio litro de leche, esperar una media hora a que absorba todo bien, y después, el otro medio.

5. Una vez que estén bien empapadas, bañamos las torrijas en el huevo por ambos lados y las vamos colocando en la bandeja del horno con un papel para hornear en la bandeja (nos va a evitar mucho trabajo después al fregar la bandeja)

6. Precalentamos el horno a 180ºC y metemos las torrijas 10 minutos.

7. Una vez terminados los primeros 10 minutos, las sacamos, les damos la vuelta, y las ponemos otros 10 minutos.

8. Sacamos las torrijas, las dejamos enfriar y podemos decorarlas con un poco de azúcar y canela por encima, o algún almíbar a base de agua y miel o como más nos gusten. A mi me gusta hacer un almíbar ligero a base de agua, placas de gelatina, esencia de vainilla y un chorrito de edulcorante.

9. Y lo más importante, ¡a disfrutarlas con moderación!