El invierno es sinónimo de muchas cosas: el arranque de la última estación del año (para los que vivimos en el hemisferio norte) siempre tiene lugar cerca de la fecha en la que se celebra el sorteo de la Lotería de Navidad, muy próximo al inicio de las vacaciones escolares y también de fechas tan importantes como la Nochebuena o la Navidad. Sin embargo, el invierno no entra todos los años en el mismo momento. No es una cuestión que se fija en un calendario, como se hace con los días festivos en el calendario laboral, sino que depende del momento en el que tiene lugar el conocido como solsticio de diciembre que marca el cambio de estación.

En 2022, el solsticio de diciembre tiene lugar el día 21 de diciembre, miércoles, a las 21:48 UTC —a las 22:48, hora peninsular española—: marca el día más corto y, por lo tanto, la noche más larga, en el hemisferio norte, lo que supone el primer día de invierno. Los dos solsticios que tienen lugar cada año marcan el momento en el que el Sol incide con mayor intensidad sobre uno de los hemisferios terrestres; la distancia entre el eje de la Tierra y el Sol es la mayor posible. Aunque la inclinación de la Tierra en comparación con su órbita alrededor del Sol es bastante constante, en torno a 23,5º, en el solsticio de diciembre el hemisferio norte recibe la luz solar más indirecta, provocando temperaturas más frías.

Es a partir de este día cuando comienzan a alargarse los días en el hemisferio norte, hasta el punto de llegar al solsticio de verano, cuando empieza el ciclo contrario. Todos estos fenómenos son los que hacen que en España cambiemos de hora según cambian las estaciones: cambiamos dos veces al año de hora para compensar las oscilaciones de los puntos solares y así intentar que la salida del sol y la puesta del sol ocurra a una hora lo más parecida a lo largo de todo el año. De no hacerlo y mantener, por ejemplo, el horario de verano durante todo el año, en Galicia amanecería sobre las 10:00 de la mañana durante cuatro meses al año.

Vista de la Tierra y el Sol desde el espacio.

Solsticio vs. equinoccio

Mientras que al año se dan dos solsticios (el de verano y el de invierno), también hay dos equinoccios (en primavera y en otoño), y se trata de dos fenómenos completamente diferentes. Mientras que los solsticios marcan los cambios de estación más 'extremas', debido a la inclinación de la Tierra, durante los equinoccios el eje se mantiene en paralelo, de modo que la duración del día y la noche es prácticamente idéntica en todas las latitudes. El equinoccio es el momento en el que el Sol cruza el ecuador celeste en su camino hacia el norte; en cada uno de estos equinoccios empieza la primavera en un hemisferio y el otoño en el otro, y en estos días el día y la noche duran casi lo mismo.

¿Qué pasa en el solsticio en Stonehenge?

El solsticio de diciembre (de invierno para los españoles) es un acontecimiento que afecta a todo el planeta, de manera obviamente diferente. Mientras el hemisferio norte entra en el invierno, el sur lo hace en el verano. Y existe un punto en el planeta que se cree que fue construido precisamente para este día, para el solsticio, también para el de verano: Stonehenge. Se trata de un monumento megalítico ubicado en Inglaterra construido entre los años 3100 y 2000 a.C., Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1986.

Aunque se desconoce el fin de la construcción, se cree que se usaba entonces como observatorio astronómico para predecir las estaciones: en el solsticio de verano, el Sol sale por detrás del Heel Stone en la parte noreste del horizonte mientras sus primeros rayos atraviesan el centro de la construcción; en el de invierno, el sol se pone al suroeste del círculo de piedra.

Stonehenge