A la población menor de 40 años se les asignó, en España, las vacunas de Pfizer y Moderna para evitar muertes, enfermedad grave y disminuir hospitalizaciones contra el COVID-19. Son ahora ellos, mayoritariamente, quienes están recibiendo sus dosis. Al igual que todas las demás vacunas contra el COVID-19, pueden producir, en ocasiones, efectos secundarios, la mayoría, leves y pasajeros: no suelen durar más de un o dos días.
Sin embargo parece que la segunda dosis puede dar más síntomas -igualmente leves y transitorios- y esto es totalmente normal y no debemos preocuparnos por ello. De forma general, los efectos secundarios o síntomas más frecuentes que han reportado los españoles vacunados con las llamadas vacunas de ARN mensajero (las de Pfizer y Moderna) son fundamentalmente, dolor en el brazo en la zona del pinchazo, fiebre, dolor de cabeza o malestar general, y éstos suelen desaparecer en 24-48 horas.
Los efectos secundarios más frecuentes son estado febril, dolor en el brazo, dolor de cabeza o cansancio. Suelen desaparecer en 24-48 horas
“Todas las vacunas tienen efectos secundarios leves, que quedan de manifiesto al estar aplicándose cientos de miles de dosis de forma diaria. Aunque la mayoría de las personas no refieren ningún efecto secundario de gravedad, muchos son los que expresan cansancio, febrícula, o incluso fiebre,, y síntomas pseudogripales, además de los efectos más locales en el lugar de la inyección”, explica a laSexta Quique Bassat, investigador ICREA en ISGlobal, centro impulsado por la Fundación "la Caixa".
Los jóvenes suelen notar más los síntomas
"Cuando se hicieron los ensayos, ya se vio que las vacunas -sobre todo las de ARN mensajero, las de Pfizer y Moderna- producían más efectos tras la segunda dosis, síntomas que son leves y se resuelven en pocos días y de manera fácil. Esto está asociado con la respuesta inmunitaria, porque cuando nos inyectan una vacuna, nuestro sistema inmune se pone en marcha y entran en juego un conjunto de células y sustancias que se liberan y son las que al final producen estos síntomas", explica por su parte África González, catedrática de Inmunología del Departamento de Bioquímica, Xenética e Inmunoloxía de la Universidad de Vigo.
La gente joven, al tener un sistema inmune más potente, suele notar más los síntomas o efectos secundarios, aunque hay mucha variabilidad entre personas
Es cierto -añade la experta- que la gente joven, al tener un sistema inmune más potente, suele notar más estos síntomas, aunque hay mucha variabilidad entre personas: puede haber personas jóvenes que hayan hecho una buena respuesta inmune y tener síntomas y otros que no. "Hay una diferencia individual importante pero en general, estos efectos están producidos por la respuesta inmunitaria que se hace a la vacuna (que no quiere decir que sea peor o mejor)". El que haya síntomas significa que has generado que has hecho respuesta inmune, pero no necesariamente mejor, es decir, "no hay una relación lineal", aclara la experta. Además, unas personas pueden tolerar mejor la fiebre que otras, por ejemplo, o notarla más o menos.
Otra cosa diferente es que los jóvenes y personas adultas sí suelen tener una mejor respuesta inmunitaria (tengan o no síntomas) a las vacunas que las personas mayores por la llamada inmunosenescencia (deterioro gradual del sistema inmune debido a la edad), que hace que, en general, respondan peor a las nuevas vacunas.
Más síntomas en la segunda dosis
"Estos efectos secundarios a veces son mayores en la segunda dosis que en la primera", sostiene Bassat, "quizás porque existe un efecto recuerdo de la primera dosis y una cierta anticipación de lo que pueda pasar. También es posible que la respuesta del huésped al recibir la segunda dosis sea más fuerte que en la primera dosis”, explica el doctor.
Los efectos secundarios a veces son mayores en la segunda dosis que en la primera, quizás porque existe un efecto recuerdo de la primera dosis y una cierta anticipación de lo que puede pasar
"El sistema inmune -sobre todo el llamado sistema inmune innato- es como que ya ha aprendido, ya ha entrenado en el primera vacuna, entonces al aplicar la segunda dosis, el sistema inmune hace una respuesta más rápida y más potente", explica la doctora González. "Es lo que puede explicar el que se liberen unas sustancias llamadas citoquinas que son las que van a producir esa fiebre, ese cansancio, ese malestar o ese dolor de brazo. Son síntomas que son conocidos y que desaparecen a las 24-48 horas". Por lo que la población no debe preocuparse por ello.
Así también lo expone en su página web, los CDC (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades) de EEUU. “Los efectos secundarios después de su segunda dosis pueden ser más intensos que los experimentados en la primera dosis. Estos efectos secundarios son signos normales de que su organismo está generando protección y deberían desaparecer al cabo de unos días”.
Con la primera dosis de vacuna, el sistema inmune ha aprendido, ha entrenado, por eso en la segunda dosis hay una respuesta más potente y más rápida
“En cualquier caso, los efectos son pasajeros y pueden calmarse con un antitérmico o con un analgésico oral y no deberían impedir que sigamos progresando con la vacunación al excelente ritmo que llevamos”, sostiene Bassat. Recordemos que el ritmo de vacunación en España supera ya el 60% de la población vacunada con pauta completa.
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Por último, también puede ocurrir que personas que pasaron el COVID de forma asintomática, sin enterarse, al recibir esa segunda dosis tengan más síntomas, "porque sería como recibir una tercera inmunización", finaliza González.