Ocho de cada diez jóvenes con obesidad en Españapadecen hígado graso, una enfermedad que se caracteriza por la presencia de más de un 5% de grasa en el hígado que empeora cuando se produce una inflamación o fibrosis (pequeñas cicatrices) en este órgano. Una enfermedad que se ha triplicado en la última década hasta alcanzar a 10 millones de habitantes de cualquier edad y que preocupa a la comunidad médica, especialmente el segmento de población más joven, que se encuentran en riesgo de desarrollar una cirrosis a edad temprana.

El 32,5 % de la población española tiene sobrepeso y obesidad (22,8 % sobrepeso y 9,7 % obesidad) y en segmentos más jóvenes, como el caso de 2 a 17 años, la tasa media alcanza al 18,2 %, pero sube hasta el 25 % según la comunidad autónoma en la que se resida. Especialmente, preocupante entre los expertos es la obesidad infantil por estar en aumento en los últimos años.

Pero no son solo las cifras sobre obesidad o sobrepeso, sino las patologías que intrínsecas que conlleva como son: hipertensión, apnea del sueño, artrosis, problemas de movilidad, mayor riesgo de cáncer o ictus y que se están agravando, principalmente entre los jóvenes, como ocurre con la enfermedad hepática, que muchas veces se diagnostica en estado tardío.

Relación entre obesidad e hígado graso

Coincidiendo con motivo del Día Mundial de la Obesidad, celebrado este pasado 4 de marzo, la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD) busca concienciar sobre esta enfermedad y, sobre todo, sobre su relación con el hígado graso que se estima afectará al 50-70% de personas con obesidad, como mínimo en un estadio inicial, y que ya afecta a 1 de cada 4 personas que cuentan con exceso de grasa en este órgano.

El hígado graso que como hemos definido anteriormente se trata de la presencia de más de un 5% de grasa en el hígado que empeora cuando se produce una inflamación o fibrosis (pequeñas cicatrices) en el hígado. Esto suele estar ligado a las principales alteraciones metabólicas entre las que destacan la obesidad y la diabetes, aunque, puede haber otras como el exceso de colesterol o la hipertensión arterial.

"Es difícil separar obesidad e hígado graso ya que, normalmente, las personas con obesidad suelen desarrollar enfermedades hepáticas por otros motivos", indica el Dr. Javier Ampuero, Médico Adjunto del Servicio de Aparato Digestivo del Hospital Universitario Virgen del Rocío (Sevilla), investigador del Instituto de Biomedicina de Sevilla (IBIS) y experto de la FEAD.

De hecho, "en consulta cada vez se ven más casos en los que el consumo de alcohol y la presencia de alteraciones metabólicas son las principales enfermedades que desencadenan cirrosis (estadio más avanzado del hígado graso), cáncer de hígado y trasplantes", el doctor.

En este sentido, la relación de causalidad entre obesidad e hígado graso es bidireccional y de retroalimentación, ya que, normalmente, "el hígado graso es más consecuencia de la obesidad que causa", sin embargo, "los pacientes que presentan hígado graso de inicio tienen mayor riesgo de desarrollar obesidad, hipertensión o diabetes".

Respecto a la sintomatología, el hígado graso como enfermedad hepática no presenta unos síntomas definidos, a menos que esté muy avanzada, por lo que "es un aspecto a trabajar a la hora de generar concienciación en la población", señala el doctor. Así como sensibilizar sobre su posible relación con un trastorno metabólico como es la obesidad.

Tratamiento del hígado graso

A día de hoy, tal como explican desde la FEAD, el tratamiento fundamental para mejorar ambas patologías pasa por incidir en la importancia de mantener un estilo de vida saludable. A este respecto, el Dr. Ampuero indica que lo primero es insistir en la actividad física y, por otro lado lleva una dieta sana controlada en calorías. "El principal problema es que se come mal o se come en exceso. Por tanto, teniendo una intervención sobre el estilo de vida, la obesidad y el hígado graso deben mejorar", afirma el experto.

Además, hay que tener en cuenta que en la actualidad, "no existe un tratamiento específico, pero existen el desarrollo ensayos clínicos como algún medicamento antidiabético que, consiguen una pérdida de peso de hasta el 20% y se ha observado que reducen la inflamación hepática", explica el doctor que indica, no obstante que no se recetan a personas no diabéticas en la actualidad.

Otro caso sería si el paciente ya presentara hígado graso en su estadio más avanzado. El tratamiento para la cirrosis se centra en que el paciente no desarrolle más complicaciones que puedan acabar en cáncer de hígado o trasplante.

En este sentido, España es uno de los países más afectados por la obesidad infantil y adolescente lo que implica que, "en el futuro esos niños puedan desarrollar una enfermedad hepática avanzada". Por tanto, "tenemos que trabajar en la concienciación de la población en que la posibilidad de tener sobrepeso ahora y desarrollar una enfermedad hepática en el futuro existe y se puede prevenir”, concluye el Dr. Javier Ampuero.