Hay dos factores fundamentales para prevenir el sobrepeso y la obesidad infantil: alimentación sana y ejercicio físico.Y las familias tienen un papel clave en esto, ya que desde pequeños, aprendemos por modelos, por imitación. Por lo que es fundamental que los adultos den ejemplo: que les enseñen a comer de forma saludable y les inculquen la práctica de ejercicio físico.

Una realidad que no podemos ignorar: según datos publicados por el Estudio Nutricional de la Población Española (ENPE), casi el 40% de los niños españoles de entre 3 y 8 años tiene sobrepeso u obesidad; siendo la prevalencia de obesidad infantil y juvenil en España (14,2%) de las más altas de Europa.

Y sabemos que tanto el sobrepeso como sobre todo la obesidad son factores de riesgo para el desarrollo o aparición de múltiples enfermedades, entre ellas, las enfermedades cardiovaculares.

"El sobrepeso y la obesidad viene definido por un aumento de grasa corporal, que es el resultado de un balance crónico de energía que se produce por la reacción entre lo que comemos y lo que gastamos, por lo que no podemos hablar solo de dieta sino también de actividad física", explica a laSexta.com Dra. Rosaura Leis Trabazo, pediatra y coordinadora del Comité de Nutrición y Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría (AEP).

Así, esta especialista nos enumera y explica cuáles son esas 5 claves fundamentales para intentar prevenir estos problemas en la infancia. Insistimos, lo más importante: llevar una alimentación sana y equilibrada; practicar ejercicio físico y también, alejarse o no abusar de las pantallas, es decir, hacer un uso responsable de las pantallas e Internet.

5 claves para prevenir el sobrepeso y la obesidad infantil

  • Cuidar la alimentación en los dos primeros años de vida
  • Adherencia a nuestras dietas tradicionales
  • Las familias deben dar ejemplo a los niños
  • Los comedores escolares tienen que inculcar buenos hábitos
  • Practicar ejercicio y alejarse de las pantallas

1. Alimentación durante los dos primeros años de vida

Incluso desde el embarazo es fundamental atender la dieta. "La alimentación de la mujer durante su gestación es clave para el desarrollo del feto y clave también para la programación metabólica de lo que llamamos las enfermedades del adulto, que tiene su origen en la edad pediátrica", sostiene la doctora Leis Trabazo.

Una vez que el bebé nace -añade la experta- la alimentación durante los dos primeros años de vida es fundamental, ya que se ha demostrado que influye en la microbiota intestinal y se asocia con un mayor o menor riesgo de obesidad. "Es clave promocionar la lactancia materna (y cuanto más tiempo, mejor) y partir de los 4-6 meses -mejor desde los 6- empezar con la llamada alimentación complementaria, esto es, además de la lactancia ir incorporando alimentos de manera gradual", asegura. No es recomendable ni la sal ni los azúcares añadidos.

Dentro de esta alimentación complementaria, explica la experta, lo importante no es tanto lo que damos sino cómo lo damos. Es importante que los alimentos se vayan introduciendo poco a poco, tal como explicamos en este artículo: es en estos dos años de vida cuando se asientan las bases de una alimentación sana.

En esta etapa de la vida es clave lo que llamamos la educación en sabores, porque "fundamentalmente, al final consumimos aquello que nos gusta y nuestras papilas gustativas sobre todo al principio están desarrolladas para apreciar especialmente el sabor dulce; por lo que es importante educar el paladar de los pequeños: a veces hay determinados sabores que hay que probarlos hasta 9-10 veces para que nos adaptemos a ellos.

En relación con las alergias, "no hay evidencia de que retrasar los alimentos más alergénicos disminuye el riesgo de alergia", explica la doctora. En relación al gluten, "la recomendación es que se inicie en cualquier momento de ese periodo pero en pequeñas cantidades", añade. Y con respecto a la leche de vaca es importante "no introducirla nunca antes del año de vida. Se pueden ir dando pequeños derivados lácteos como yogur o queso en pequeñas cantidades antes del año, pero la leche de vaca como tal, nunca hasta el año de vida".

2. Adherencia a las dietas tradicionales

En la etapa pediátrica, lo más importante es que los niños y niñas tengan una alimentación saludable, variada y equilibrada. Y esto quiere decir, fundamentalmente, que se adhieran desde pequeños a nuestras dietas tradicionales. "En nuestro país tenemos la suerte de estar bañados por dos dietas maravillosas a nivel nutricional como son la dieta mediterránea y la dieta atlántica", sostiene la experta de la AEP.

Por lo que es fundamental que los niños sigan esas indicaciones. Las recomendaciones serían las mismas que la de los adultos, solo que variando en este caso en cantidades, es decir, "los niños deben seguir una dieta que les aporte todos los nutrientes en cantidades necesarias, pero no en exceso, esto es: debe ser adecuada en cantidades a la edad del niño, estado de salud y grado de actividad física".

Es importante tomar cereales integrales en vez de cereales refinados; aporte de frutas y verduras (5 raciones diarias), proteínas de alta calidad como el huevo, carnes (preferiblemente carnes magras y dejando las rojas para consumo más ocasional) y unas 3-4 raciones de pescado a la semana. También es importante incluir frutos secos, grasas de buena calidad o grasas saludables como el aceite de oliva -tanto para cocinar como para aliñar- y legumbres.

Por último, los alimentos que están en el vértice de la pirámide no se deberían consumir como son todos los azúcares y harinas refinadas, dulces, bollería industrial, etc. Es importante que estos alimentos no formen parte de la alimentación diaria o semanal del niño sino que sea algo ocasional y puntual en su dieta.

3. Es clave que las familias den ejemplo a los pequeños

"A partir del año de vida, es recomendable que los niños se sienten en la mesa familiar a comer y vayan aprendiendo lo que son los alimentos sanos", explica.

Es importante por ello que las familias den ejemplo a sus hijos: no vale que los adultos coman una cosa y los niños otra, es decir, deben hacer educación no sólo en cuanto a lo que son alimentos sanos sino también -añade esta profesional- en lo que respecta a gastronomía y preparación culinaria, porque ésta juega también un papel importante en que la dieta sea más o menos saludable. La preparación de los alimentos en este sentido es fundamental: por ejemplo, no es lo mismo un rebozado que una plancha o una cocción.

Es importante que el niño/a aprenda en la mesa familiar con sus padres, abuelos, hermanos... que sepa lo que es un alimento saludable, que lo pruebe y que juegue y sobre todo que los mayores den ejemplo. Que coman esos alimentos y que el niño los vea disfrutar, porque como hemos dicho al principio, los niños aprenden por imitación.

"Hay determinados estudios que aseguran que ser permisivo, muy tolerante o por otra parte, muy estricto no lleva a un menor riesgo de obesidad. Lo que realmente conduce a un menor riesgo de obesidad es la autoridad responsable, es decir, el ejemplo de las familias. Que el niño aprenda en la mesa mientras come con su familia", explica la pediatra.

4. Los comedores escolares tienen que inculcar buenos hábitos

Según un informe de la OCU publicado en 2019, "más del 30% de los estudiantes de educación infantil y primaria comen en el cole". Por lo que "muchos niños, especialmente en las grandes ciudades, se quedan a comer en el colegio". Y esto es fundamental también en la educación de los pequeños.

"Los comedores escolares deben fomentar buenos estilos de vida, buenos hábitos alimentarios, y deben ser un lugar de educación nutricional para los pequeños", afirma la doctora. Además, es clave que las familias sepan lo que han comido sus hijos en el colegio para poder así preparar una cena equilibrada en relación a lo que hayan comido por la mañana.

Por otro lado -asegura la experta- "es fundamental que dentro del currículum escolar estén presentes hábitos de vida saludables. Con respecto a alimentación, no se trata solo de saber qué es una grasa o una proteína sino de saber cómo se cocina, como se eligen los alimentos de un menú, saber si lo que estoy comiendo es bueno para mí o no… Es importante que se realicen en el entorno escolar talleres compartidos con la familia".

5. Practicar ejercicio físico y alejarse de las pantallas

Además de mantener una alimentación sana, es fundamental evitar el sedentarismo y promover la práctica de ejercicio físico -tal como hemos comentado al principio-. Según las recomendaciones de actividad física la Organización Mundial de la Salud (OMS)es imprescindible que los niños y niñas a partir de los 3-4 años realicen al menos 60 minutos de actividad física moderada, además de moverse lo máximo posible, por ejemplo, ir andando al colegio, tal como recomendó la AEP en su informe 'Caminando al cole'.

"La actividad física es clave para aumentar el gasto energético pero también para conseguir una mejor condición física, un efecto positivo sobre nuestros órganos y aparatos", afirma la doctora. Mientras que la inactividad física, en la actualidad, de nuestros pequeños y pequeñas está fundamentalmente ligada a las pantallas, "algo que no sólo supone no gastar energía sino que además expone a los pequeños a un aumento de publicidad de alimentos que no son precisamente saludables", sostiene la doctora.

El aumento de publicidad de esos productos hace que los pequeños los demanden porque no podemos olvidar que la infancia y adolescencia son etapas muy vulnerables. Por ello, es fundamental -como indicamos en este artículo- que los padres y madres eduquen a sus hijos en el buen uso de la tecnología, que no abusen de las pantallas y que eviten el sedentarismo.

Por último, es fundamental también que los niños no coman delante de una pantalla, porque "no son conscientes de lo que comen, por tanto hacen que coman más y se sacien menos, y además consuman más aquellos alimentos (no saludables) que anuncian las pantallas.

Es importante también que el niño no coma delante de las pantallas, por ejemplo con un móvil en la mano, "porque hará que los niños no sean conscientes de lo que están comiendo, por tanto hará que coman más, que se sacien menos; y además consuman más aquellos alimentos que anuncian las pantallas", concluye la experta.