Ahora sí, ha llegado ya el llamado buen tiempo, el calor y el sol. Comienza la época del año en que deseamos que nuestra piel esté morena o bronceada, sin embargo, cuidado porque no es oro todo lo que reluce. En este sol de primavera, en estos primeros rayos intensos del año, es importante exponernos de forma progresiva y segura, para evitar manchas y sobre todo, quemaduras solares.

"Uno de los mantras que más repetimos los dermatólogos es que el bronceado seguro o el bronceado saludable no existe", asegura laSexta.com la Dra. Natalia Jiménez, dermatóloga del Grupo Pedro Jaén.

"Cuando nuestra piel se broncea en realidad está poniendo en marcha un mecanismo de defensa que consiste en segregar melanina para protegernos de una agresión, en este caso la radiación solar, que está ligada directamente al fotoenvejecimiento y al cáncer de piel", añade la experta.

Es importante recalcar esto ya que el cúmulo de horas de sol a lo largo de nuestra vida aumentan el riesgo de tener un cáncer de piel. Tal como explicamos en este reciente artículo, el cáncer de piel se divide en dos: cáncer de piel de tipo no melanoma, los más frecuente de todos los tipos; y el melanoma, mucho menos frecuente pero de peor pronóstico.

"Estar bronceado nunca ha sido sano", afirma también el Dr. Agustín Buendía, dermatólogo y director de campañas de la Fundación Piel Sana de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV). "Hay una presión social importante por estar bronceado/a -especialmente en las mujeres- porque se asocia a un modelo de belleza, pero es importante desterrar ese modelo porque estar bronceado no es sinónimo de salud".

De hecho, añade la doctora Jiménez, "los dermatólogos recomendamos no broncearse y cumplir con diferentes hábitos de fotoprotección: crema solar con índice de protección solar de al menos 30 y preferiblemente de 50, sombreros de ala ancha, estar a la sombra y evitar el sol en las horas centrales del día".

En el caso de que tengamos que exponernos al sol en las horas centrales del día, es importante estar bien protegidos físicamente, no sólo con protección solar. Porque es a esa hora cuando la radiación solar es más alta y más energética, y por tanto, más puede dañar más la piel.

Otra cosa diferente -aclara el doctor Buendía- es que desaparezca ese aspecto de palidez del invierno y que nuestra piel se broncee ligeramente (que cambie un poco de color), "pero eso es muy diferente a buscar el bronceado o a buscar el moreno".

Cómo exponerse al sol en primavera

Ahora, en primavera es importante que no nos expongamos al sol de forma gradual, nunca de golpe, y con protección. Fundamentalmente para evitar la quemadura solar. La piel tiene que ir poco a poco teniendo una fotoadaptación, ya que ha estado demasiado tiempo cubierta.

"Es importante no realizar exposiciones intensas y agudas al sol porque estas exposiciones pueden ir acompañadas de quemaduras solares (lo típico de 'llevo toda la primavera sin ponerme al sol, voy a la playa y me quemo')", explica Buendía.

Esto es especialmente importante en la infancia y en la adolescencia, ya que uno de los factores de riesgo para desarrollar cáncer de piel a lo largo de la vida es haber tenido en esas épocas de la vida un historial de quemaduras solares, tal como explica la Fundación Piel Sana. De hecho y según esta entidad, "la quemadura solar más elevada la presentan los adolescentes" porque presentan "peores conductas de fotoprotección". Es importante también tener en cuenta el fototipo de piel de cada persona: aquellas con piel más clara y ojos claros tienen más facilidad para las quemaduras.

"Lo más importante de todo es ser conscientes de que la radiación solar es dañina para nuestra piel y multiplica el riesgo de cáncer cutáneo. En primavera hay que tener especial cuidado porque la piel viene de estar cubierta por la ropa de invierno y es más vulnerable a la radiación solar", sostiene Jiménez. Por ello, en verano y ahora en primavera, debemos protegernos bien del sol con medidas de fotoprotección.

Un truco para saber cuando el sol puede hacer más o menos daño, es fijarse en la longitud de nuestra sombra: "Si la sombra que proyectamos es más larga que nuestra altura, es un momento más seguro; aunque es necesario llevar protección. Si, por el contrario, la sombra es más corta, lo mejor es permanecer en una zona de sombra".

Así debe ser la crema solar

En cuanto a la protección solar con cremas, es importante tener en cuenta dos factores: la calidad y la cantidad. Es importante comprar las cremas adecuadas, echarse una cantidad generosa y reaplicarla cada dos horas.

En cuanto a la calidad, explica por su parte el doctor Buendía, las cremas fotoprotectoras tienen que proteger frente a la radiación ultravioleta A y B; ambas. Por lo que debemos fijarnos que en el frasco que compremos pongan ambas letras. Ahora, también hay algunas cremas que protegen frente a la luz invisible, que es la causante de las manchas solares.

Y por otro lado, en cuando a la cantidad, "debemos aplicarnos 2 milímetros de crema por centímetro cuadrado y normalmente la población se aplica únicamente 0,5 ml por centímetro cuadrado. Hay que echarse en mucha cantidad para que realmente nos proteja y cubrir así todas las zonas expuestas", aconseja el experto.

Sol y vitamina D

Por último, es importante destacar que el sol es fuente de vida y como dicen los expertos, no debemos demonizarlo, simplemente exponernos a él con responsabilidad. El sol es una de las fuentes más importantes de vitamina D que tenemos pero basta sólo con exponernos al sol -y sin protección solar- una cantidad determinada de tiempo.

Como aseguró también el doctor Buendía en este artículo "no por tomar el sol más vamos a sintetizar más vitamina D. Con exponernos al sol unos 20 minutos al día unos 3-4 días a la semana, es suficiente para sintetizar la vitamina D que necesitamos". Por ejemplo, puede darnos el sol en brazos o en piernas, no hace falta que sea en el cuerpo entero.

Recordemos también que casi el 80% de la vitamina D la sintetizamos de la luz solar y el otro 20% de la dieta. Por lo tanto es importante exponernos a la luz solar pero de forma moderada y controlada, y ambas cosas no son incompatibles: "no hay que escoger entre protegerse adecuadamente del sol y metabolizar la vitamina D, ya que se pueden compatibilizar ambas cosas", concluye Jiménez.