FRANCIA
Un paseo por Èze, el balcón de la Costa Azul
Encaramado en lo alto de un acantilado, este pueblo francés ofrece unas vistas de escándalo del mar Mediterráneo.

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Si te planteas hacer una ruta por el sur de Francia y quieres añadir pequeños pueblos con encanto, además de grandes ciudades, quizá quieras incluir en tu itinerario Èze, el que bien podríamos decir que es uno de los balcones más espectaculares de la Costa Azul.
Encaramado en lo alto de un acantilado, entre la ciudad francesa de Niza y el Principado de Mónaco. Allí es donde se encuentra este pequeño pueblo de callejuelas empedradas, aire medieval y vistas de escándalo al Mediterráneo que deja a uno sin respiración. Porque recorrer sus calles es como viajar en el tiempo. Así hacen sentir sus casas de piedra cubiertas de buganvillas, sus callejones estrechos que dirigen hacia lo alto de la localidad y los arcos centenarios que dan paso a las tiendas de artesanía que se reparten por Èze.

Si hablamos de sus vistas, lo que hacen creer al viajero es que se encuentra en el interior de un cuadro o de una postal. No es para menos, pues a 430 metros de altitud, Èze ofrece unas panorámicas espectaculares de la Riviera Francesa. Contemplar el mar Mediterráneo desde cualquiera de sus miradores, especialmente desde el Jardín Exotique, es toda una delicia. Y sin duda, recorrer este jardín botánico ubicado en las ruinas de lo que antiguamente fuera un castillo, también lo es.
Con todo esto, no te sorprenderá saber que Èze ha sido el refugio de artistas e intelectuales. Nietzsche, por ejemplo, recorría su antiguo sendero que descendía hasta la playa, de ahí que hoy este camino lleve su nombre. Pero recorrerlo a pie es solo uno más de los planes que llevar a cabo en El balcón de la Costa Azul, pues otra posibilidad es acercarse hasta los talleres históricos de la perfumería Fragonard y descubrir los secretos de la elaboración de esencias.

Además, te diremos que todo esto es mejor hacerlo en primavera u otoño, pues hay menos presencia de turistas y por tanto podrás descubrirlo con más calma. Sin duda, Èze invita a ello. A caminar despacio, a respirar profundo y a admirar la belleza de sus calles y de todo el paisaje que se extiende hacia el horizonte a su alrededor.
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