Después de beber una taza de té de la casa de la víctima, Jane descubre un conejo que estaba encerrado en una cacerola y persigue al animal hasta el patio de un vecino. Allí, conoce a una chica joven que dice ser su hija, algo que no puede ser ya que ésta fue asesinada por John el Rojo junto a su esposa.

El té que bebía contenía belladona, un alucinógeno venenoso, y la existencia de la niña estaba completamente en su mente. Cuando Jane se recupera y trata de trabajar en el caso, tiene que lidiar con el hecho de que la alucinación de su hija ha decidido quedarse por un tiempo con el objetivo de ayudar a resolver el crimen.