La humorista Raquel Sastre narra en laSexta Columna cómo los murcianos son "expertos" en reírse de ellos mismos. "Cuando alguien intenta usar en la comedia el humor para molestarte, lo mejor es darle la vuelta, apropiarte de ello y ponerlo a trabajar a tu propio servicio", asegura. Algo que se hizo con la fiesta del Bando de la Huerta.

La celebración nació en el siglo XIX como una forma de reírse de los agricultores murcianos. "Señoritos de la burguesía se vestían de huertanos para reírse de ellos". ¿Qué se hizo en Murcia? "Darle la vuelta y poner en valor su figura". En la actualidad es una fiesta de interés Turístico Nacional en la que se reivindica el panocho, forma de hablar del murciano que fue despreciada por el prejuicio contra las clases sociales más pobres.

Alberto del Campo Tejedor, catedrático de Antropología Social en la Universidad Pablo de Olavide explica que "las clases sociales y la economía siempre son un criterio". "Las connotaciones que damos a un idioma o lengua tienen mucho que ver con los sectores sociales que lo hablan", apostilla.

Inés Fernández Ordóñez, catedrática de Lengua Española en la Universidad Autónoma de Madrid y miembro de la RAE, señala sobre el prestigio lingüístico que se trata de "un reflejo del poder de los hablantes". "Normalmente los individuos de ámbito rural no tienen ese poder, por lo tanto su forma de hablar no tiene necesariamente un desprestigio, pero puede tenerlo".