Cristina lleva dos décadas mimando productos ecológicos en la sierra de Madrid. Entiende la agricultura de otra manera y distribuye directamente a cooperativas y a dos restaurantes. Sus productos acaban llegando a unas 150 familias una vez a la semana sin recorrer grandes distancias. Como mucho, 80 kilómetros desde su campo hasta el plato.

"Desde que yo corto una lechuga y le llega al consumidor a lo mejor no han pasado ni 12 horas, y eso también es muy importante,. No pasa por cámara y por ningún tipo de almacenamiento", señala Cristina, quien se salta a los grandes intermediarios, y asegura que así vende a un precio que no depende tanto de los vaivenes del mercado. Por ejemplo, al ser un producto ecológico, no utiliza fertilizantes derivados del petróleo para cultivar, y su precio es más estable.

"Los precios que tengo yo ahora mismo y que estoy bajando a Madrid yo creo que son menores que en un mercado convencional", afirma. El modelo de Cristina, agroecológico, a pequeña escala funciona.

Pero ¿sería suficiente para alimentarnos a todos? La agricultora responde en el vídeo principal que acompaña a esta noticia.