Ricardo Pachón, histórico productor de flamenco de éxitos como La leyenda del Tiempo de Camarón, estaba allí. Entre tantas palmas, cinco siglos después de haber llegado a Triana los vecinos se despedían para siempre de una vida de barrio idílica.

"En la Triana que yo conocí no había droga, no había robos, no había violencia, había integración perfecta de gitanos y no gitano, creo que era una sociedad idílica", recuerda Pachón.

Aquel ejemplo de buena vecindad iba a desaparecer por culpa de la maquinaria franquista.

En los 50, el régimen de Franco se empleó a fondo en derribar chabolas para realojarlos en las flamantes casas baratas de Sevilla.

En Triana la estrategia tenía truco: se cogía a los más pobres de la ciudad y se los metía en guetos apartados. Aunque la dictadura lo vendió como un acto de caridad.

La realidad es que en Triana no vivían exactamente en chabolas, sino en históricos corrales de vecinos que estaban en el codiciado centro de la ciudad. Una presa apetecible para el capital que expulsó a los vecinos, muchas veces a la fuerza, de su histórico barrio.

"Se dieron cuenta los promotores, los inmobiliarios, de que había una cantidad de metros y vieron la cantidad de los solares que tienen las casas de vecinos. Solución, echar a los gitanos de aquí", indica Pachón.

Con sus vecinos expulsados, el barrio de Triana acabó convertido en lo que es hoy: una hermosa sucesión de postales turísticas donde el precio de la vivienda se ha multiplicado.

"En vez de reconstruir las viviendas donde vivían y realojarlos en los mismos barrios, muy integrados en la ciudad como puede ser Triana, se les manda fuera de la ciudad", afirma José Ariza, investigador en sociología urbana.

"En la zona más cercana de la ciudad el precio del suelo es más alto y hay más oportunidad de negocio, y en vez de realojar a las personas donde llevaban mucho tiempo viviendo se les lleva a una zona donde el precio es más barato y apartado de la ciudad", añade Ariza.

Muchos de ellos terminaron en una zona sacrificada sevillana que ni entonces ni hoy gusta a nadie.