En los años 90 el gobierno andaluz necesitaba abrir un vertedero para los residuos tóxicos que generaba su industria. El ayuntamiento de Nerva se tapó la nariz y dijo sí al proyecto para recuperar los puestos de trabajo que habían perdido con la minería.
Muchos nervenses protestaron todos los días durante casi tres años. El pueblo batió un récord de manifestaciones consecutivas con más de 1.000. La protesta fue tan intensa que el vertedero enfrentó a los vecinos. Sin embargo, el proyecto salió adelante.
25 años después casi todos los vecinos están de acuerdo. El vertedero ha traído todo lo malo que temían, pero no los ingresos que prometió. "Desde 2005 hasta aquí nunca se ha cumplido el objetivo inicial, ha habido incendios, derrames, camiones que los residuos casi terminan en el pantano... Vivimos con la incertidumbre de qué va a pasar", denuncia José Antonio Ayala, alcalde de Nerva.
Ayala se queja de que ni siquiera él sabe qué llega exactamente al vertedero, como ocurrió con el caso de Montenegro: para construir un puerto de yates de lujo allí tenían que deshacerse de los residuos tóxicos del suelo que acabaron en Nerva.
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Hoy Nerva tiene 1.000 vecinos menos que en los 90, cuando abrió el vertedero y los que siguen en el pueblo no paran de protestar por el continuo olor a químicos. La Junta de Andalucía defiende que está apostando por el cierre ordenado de la instalación, pero la empresa adjudicataria pretender ampliar el vertedero.