Según la Fiscalía, los delitos del inspector más temido de la policía franquista, han prescrtio. Y aunque no lo hubieran hecho, tribunales españoles serían los que deberían enjuiciarle.
Antonio González Pacheco, Billy el Niño, recibe esta noticia en su tranquila vida madrileña. El hombre que según sus víctimas torturó a los detenidos que pasaban por la siniestra primera planta de la dirección general de seguridad, es ahora un hombre jubilado con una vida normal.
González Pacheco se empeñó en que centenares de jóvenes no le olvidaran. Y lo ha conseguido. Con el juicio, muchas de sus víctimas han reaparecido con testimonios espeluznantes, todos diferentes, pero con un nexo común: el inspector era un hombre violento.
Treinta y siete años después de la disolución de la Brigada Político Social, la policía franquista, la memoria de las víctimas no perturba la paz del ex inspector de 67 años, que corre maratones y pasea por el centro de la capital. Un hombre al que paradojicamente, la vida le ha tratado bien. Ahora, su futuro judicial, queda en manos de la justicia española.
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