Miguel Bosé presentó este martes su libro 'El hijo del Capitán Trueno', una obra en la que habla de la adolescencia tan turbulenta que tuvo. Entre otras cuestiones, ha confesado a Cristina Pardo en Más Vale Tarde que fue sumando grandes complejos a causa de su tormentosa relación con su padre: "Era un dios en aquella España. Mi madre era la envidia y la admiración. Lo importante era vivir a estos monstruos porque eran avasalladores".

Y es que la figura de Miguel Bosé ya era conocida casi nada más nacer causa de ser el hijo de quien era, viviendo incluso reportajes con fotos de una felicidad que se podría calificar de "fingida". "Ese fingir era obligatorio, había que mantener las apariencias por el qué dirán. Era un ejercicio dificilísimo y muy incomprensible para los niños. Nos preguntábamos entre nosotros: '¿Qué quiere decir fingir?'". En este sentido, ha relatado a Pardo uno de los episodios que aparece en su libro: un viaje que hace con su padre de safari.

En un momento dado desvela que no le dio las pastillas necesarias contra la malaria: "La enfermedad hizo mella fuerte. Un día caí en coma". Cuando se separaron sus padres, los hijos pasaron por una situación económica complicada. ¿Eso le hace ahora más capaz de ponerse en la piel de la gente que hoy en día lo pasa mal. Bosé responde sin rodeos: "No me puedo ni imaginar lo que está pasando la gente que hoy está en exclusión social o vive en el umbral de la pobreza".

En aquella España había mucha solidaridad. La gente que lo había pasado mal ayudaba a quienes no habían tenido o no tenían. Se salía de una guerra civil y el saber que un vecino lo estaba pasando mal o que carecía de algo era insoportable". Ahora, sin embargo, pocas cosas le importan ya en la vida salvo lo que tiene que ver con él y con su entorno: "Me preocupa solo mi vida, mis hijos, mi mañana, mi trabajo -que quiero recuperar, porque me lo han robado-".