Contra todo
No son periodistas, son agitadores: el peligro de los hooligans de la ultraderecha
¿Qué están diciendo? Bertrand Ndongo y otros extremistas se infiltran como "periodistas" para difundir mentiras y desestabilizar el sistema. Son los enemigos de la democracia, decididos a destruirla a base de acoso, falacias y violencia.

La escena se repite y se agrava: gritos, insultos y desorden en el Congreso. Esta vez, la víctima fue la jefa de prensa de Sumar, obligada a suspender la comparecencia del partido tras una actuación agresiva de Bertrand Ndongo, agitador de extrema derecha y rostro habitual en las protestas ultras.
Acreditado como periodista, Ndongo interrumpió reiteradamente a los profesionales presentes, gritó sin turno de palabra e increpó al personal de comunicación. "Esto ya no es un caso aislado, es una estrategia de acoso", denuncian los periodistas parlamentarios.
El incidente ha encendido las alarmas en el Congreso, donde cada vez más activistas ultras disfrazados de reporteros alteran el trabajo de los medios. La Asociación de Periodistas Parlamentarios ha exigido endurecer los criterios de acreditación y sancionar estos comportamientos.
Ndongo no está solo. Forma parte de un grupúsculo vinculado al entorno ultra que no solo acosa a políticos, sino también a mujeres, estudiantes o víctimas de violencia sexual. Él mismo ha sido grabado burlándose de Pablo Echenique por su discapacidad, señalando a víctimas de agresiones sexuales por su vestimenta y cuestionando condenas por violación con argumentos machistas.
"Tengo tres hijos y hoy me he levantado con la sensación de que cualquier mujer puede arruinarles la vida cuando le da la gana", llegó a afirmar en un vídeo, en referencia a la sentencia contra los jugadores de la Arandina.
Ndongo ha sido protagonista de altercados con varios diputados. Uno de los más recientes fue con Gabriel Rufián, a quien increpó. "Tú estás todo el puto día en la calle", le reprochó el portavoz de ERC. "Yo soy un tío de la calle, tú estás ahí sentado chupando del bote", respondió el pseudoperiodista. La escena degeneró en un cruce de provocaciones en el que Rufián terminó ironizando: "Tengo una primicia para ti: tengo chándal nuevo".
El historial de Ndongo es extenso. Ha tenido que ser desalojado por desacato en actos públicos, ha propagado bulos durante catástrofes como la DANA, y ha atacado verbalmente a mujeres de izquierdas con comentarios sexistas y racistas: "Tienen más apetito sexual porque no tienen machos empotradores", llegó a decir en redes sociales antes de que su cuenta fuese bloqueada.
Su cercanía con otras figuras del ecosistema ultra como Vito Quiles o Alvise Pérez —cuyo exjefe de prensa está siendo investigado por acusaciones falsas contra FACUA— completa un entramado cada vez más organizado. Patxi López lo resumió con claridad: "Estamos hartos de estas interrupciones. Tú eres un activista de ultraderecha que estudia periodismo, pero yo solo contesto a periodistas".
Mientras tanto, periodistas como Antonio Maestre llevan años sufriendo amenazas, sabotajes y agresiones. "Me han pinchado las ruedas, enviado balas por carta y amenazado de muerte", denunció recientemente. Como él, cada vez más comunicadores sienten que ejercer su profesión con libertad es imposible.
Los ultras quieren tomar las instituciones. Y lo hacen a gritos.