Del fondo del mar Báltico emanan litros y litros de gas ruso almacenados en el gasoducto Nord Stream. Crecen las sospechas europeas contra Rusia, a la que acusan de "sabotaje", mientras el Kremlin anuncia un caso penal por terrorismo tras las fugas en el Báltico. Te detallamos las consecuencias de este suceso, que podría enturbiar aún más el tablero internacional y agravar la respuesta de bloques, en seis puntos.

Primera consecuencia: la más visual. Las fugas están dejando enormes alfombras de burbujas en la superficie del mar Báltico. Se calcula que la más grande ha llegado a tener 1 kilómetro de diámetro.

Segunda consecuencia: tráfico marítimo y aéreo desvíado. Las autoridades danesas han delimitado una zona de seguridad. No pueden pasar barcos y los aviones tienen prohibido sobrevolar la zona.

Tercera consecuencia: la contaminación. Se calcula que en los tubos destruidos había acumulados unos 150.000 metros cúbicos de metano. Trasladado a dióxido de carbono, equivale a lo que contaminan todos los tubos de escape de todos los vehículos españoles durante un año entero, según Greenpeace. Ya lo llaman 'el chapaporte invisible'.

Cuarta consecuencia: la avería es ya irreversible. El agua marina ha entrado en las tuberías del Nord Stream y ha corroído su interior. El gobierno alemán lo da por inutilizado para siempre, de hecho. La gran infraestructura europea que ha transportado desde 2011 miles de millones de metros cúbicos de gas ruso a Europa, ni funciona ni volverá a funcionar.

Quinta consecuencia: afecta los bolsillos de todos los europeos. Los precios del gas vuelven a estar disparados.

Sexta consecuencia: al margen de quién sea el responsable del sabotaje, la avería obliga a aumentar la seguridad sobre todas las infraestructuras europeas. Y de hecho, Noruega teme por la seguridad de su gasoducto.