A partir de ahora visitar la Acrópolis de Atenas no va a ser tan fácil como comprar la entrada y pasar. El Gobierno griego va a limitar el número de visitantes diarios a 20.000 y solo se podrán adquirir las entradas a través de una página gubernamental. El monumento griego es uno de los lugares más visitados de Europa. Por eso, Grecia quiere evitar que se vuelvan a producir las aglomeraciones que se han visto durante el mes de agosto. La Acrópolis recibe cerca de 23.000 visitantes diarios. El volumen de turistas es tal que es imposible mantener un control dentro del recinto. Además, el propio paso de tantas personas daña el conjunto arqueológico. Los nuevos límites de entrada se empezaron a aplicar el pasado lunes y el objetivo es que entre en vigor de forma definitiva el próximo mes de abril en la mayor parte de los sitios arqueológicos del país, según expresó la ministra de cultura de Grecia, Lina Mendoni.

Sin embargo, esta no es la primera vez que un gobierno toma una decisión así para proteger su patrimonio. También hay ejemplos en nuestro país. La playa de Las Catedrales, situada en Lugo, cuenta con un aforo máximo de 4.800 personas al día. Todo ello, para preservar las rocas que la forman. Esto tuvo que hacerse también en una de las maravillas del mundo: Machu Picchu. Esta antigua ciudad inca es uno de los monumentos más importantes de Perú. Desde 2019 solo permite el paso diario a 4.044 personas. Además, para acceder deben hacerlo en turnos concretos y acompañados de guías oficiales. Todo para evitar que la naturaleza se degrade. Y se vuelvan a ver imágenes como la vivida en el Parque Nacional de Goblin Valley (Utah, Estados Unidos), en las que dos turistas se separaron del grupo y acabaron derribando una roca de 170 millones de años.

Pero a pesar de limitar el número de visitantes ese tipo de destrozos a veces siguen ocurriendo. Es el caso del Coliseo en Roma. Tiene un limitación de 6.000 personas por turno. Se estableció ese número considerando que el personal de seguridad podría controlar a ese número de turistas, pero no siempre es así. Este verano han sido tres los turistas que han dibujado sobre las piedras de este monumento construido en la época del Imperio romano. Fueron cazados una pareja británica que que grabó sus iniciales en las paredes del Coliseo en forma de declaración de amor. Y poco después, una estudiante suiza escribió su inicial ("N") en el emblemático monumento.

Y si es difícil controlar el turismo en recintos cerrados, imagínense al aire libre. Precisamente la ciudad de Roma es experta en prohibiciones. Tiene prohibido sentarse en la escalinata de la plaza de España para no dañar la piedra o en la Fontana de Trevi. Se prohibió en 2018 y se controla con vigilantes, pero esto no impide que algunos turistas se metan dentro del conjunto barroco construido en 1731 para rellenar una botella de agua. Estos comportamientos provocan que cada vez sean más las restricciones a los turistas. Sobre todo las que tienen que ver con monumentos que están al aire libre. Esta misma semana hemos visto como la valla que rodea la estatua de Neptuno en Florencia no fue impedimento para que un turista alemán se subiese a la estatua para hacerse un selfi. Un acto que provocó graves daños en la pata del caballo por valor de 5.000 euros. Todo esto, provoca que el exceso de turistas y algunos casos de turistas incívicos acaben limitándonos el acceso al arte.