A pesar del acuerdo de inversión millonaria en Doñana, el resto de los parques nacionales se enfrentan a una serie de amenazas que van desde la sequía y el turismo descontrolado hasta los incendios y la proliferación de especies invasoras.

Con 13 años registrando su peor acumulación de agua, Las Tablas de Daimiel enfrenta una crisis debido a la sobreexplotación del acuífero que ha alimentado la Llanura Manchega Occidental durante los últimos 30.000 años. Aunque el acuerdo en Doñana destina 1,400 millones de inversión gubernamental, la sequía persiste como uno de los mayores desafíos para la sostenibilidad de estos espacios naturales.

Otra de las amenazas es en el imparable flujo turístico, evidenciado por los 14 millones de visitantes a los parques naturales el año pasado. Los icónicos Parques Naturales del Teide, la Sierra de Guadarrama y la Sierra de las Nieves atraen multitudes, pero la masificación en verano afecta negativamente a estos ecosistemas. La presión constante de los visitantes podría poner en peligro la belleza natural que buscan admirar.

Además, los incendios suponen otro de los grandes problemas. Este año, aquellos desencadenados por condiciones climáticas extremas, han arrasado 200 hectáreas en la Caldera de Taburiente y mil metros cuadrados en el Parque Natural del Teide. A esta circunstancia se suman las especies invasoras, desde caballos y gatos en Garajonay hasta jabalíes y ciervos en Cabañeros y Monfragüe. La proliferación de estas especies, junto con la amenaza de plantas exóticas, pone en riesgo la biodiversidad de los Parques Nacionales de España, exigiendo medidas urgentes para preservar estos tesoros naturales.