Cuando la ley aprieta

La guerra contra la droga de Reagan, sus errores y lo que nos advierte sobre la política de Trump

La otra cara Penas durísimas, campañas en colegios y anuncios con famosos: la guerra de Reagan contra las drogas buscaba seguridad y prevención, pero terminó castigando sobre todo a los más pobres, llenando cárceles y fortaleciendo cárteles, un legado que hoy advierte sobre la política de Trump.

La guerra contra la droga de Reagan, sus errores y lo que nos advierte sobre la política de Trump

Cuando Ronald Reagan llegó a la Casa Blanca en 1981, decidió llevar la lucha contra las drogas a un nivel nunca visto. Con el lema 'Solo di no', declaraba que la droga era una amenaza para la seguridad nacional, lo que le permitió endurecer las leyes de manera extraordinaria. Esta guerra ya la había iniciado Nixon, pero Reagan la multiplicó por 200 en presupuesto y ambición.

La estrategia era clara: atacar toda la cadena del narcotráfico, desde los productores y distribuidores hasta los consumidores. El 70% del dinero se destinó a operaciones en los países de origen, mientras que el 30% restante se usó en educación, prevención y tratamiento en Estados Unidos, supervisado por Nancy Reagan a través de campañas en colegios e institutos.

'Solo di no' no era solo un eslogan: los rostros más conocidos de los años 80 aparecían en anuncios animando a los jóvenes a rechazar las drogas. Al mismo tiempo, a nivel legal, Reagan subía las penas: el consumo de crack, que afectaba principalmente a las clases bajas, podía costar cinco años de cárcel, mientras que los grandes capos se enfrentaban incluso a la pena de muerte. El resultado fue que muchos jóvenes y personas de comunidades pobres acabaron en prisión, mientras que quienes tenían más recursos apenas se veían afectados.

En el ámbito militar, Reagan permitió que las Fuerzas Armadas apoyaran operaciones antidroga, aumentó el presupuesto de la DEA y la CIA, y financió fuerzas militares en los países productores. Todo esto fortaleció la lucha contra el narcotráfico, pero también generó efectos secundarios graves: sobrepoblación carcelaria, cárteles más violentos e inestabilidad en los países de origen.

Ahora, con Donald Trump llevando la lucha contra las drogas a un nivel aún más agresivo, la historia de Reagan nos deja algunas pistas: reprimir sin equilibrio puede provocar más problemas que soluciones, y las políticas centradas solo en la cárcel y la fuerza tienden a castigar más a los pobres que a los ricos.

En definitiva, la guerra contra la droga tiene un legado complejo y peligroso, y la pregunta que muchos se hacen hoy es: ¿hasta dónde puede llegar Estados Unidos antes de repetir los errores del pasado?

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