En las últimas horas, Israel ha lanzado ataques contra posiciones de Hizbulá en Líbano, en un aparente intento por neutralizar amenazas en su frontera norte. Estos enfrentamientos son parte de un patrón más amplio de conflictos en la región, donde países como Irán utilizan grupos proxy para enfrentarse a sus enemigos sin declarar una guerra directa.

Los grupos proxy, como Hizbulá en Líbano o Hamás en Gaza, son organizaciones armadas que reciben financiamiento, entrenamiento y apoyo logístico de estados patrocinadores, como Irán. Esta estrategia permite a los países implicados en conflictos regionales evitar una confrontación directa, manteniendo una distancia diplomática.

El caso de Irán es paradigmático: desde hace años, utiliza a Hizbulá como su principal herramienta para hostigar a Israel desde el sur de Líbano. Con un poder militar considerablemente superior al del ejército libanés, Hizbulá representa una seria amenaza para la seguridad israelí, gracias al respaldo financiero y logístico de Teherán.

Hamás también tiene el apoyo público del gobierno iraní, el 'Wall Street Journal' reveló que funcionarios de seguridad de Irán ayudaron a Hamás a planificar el primer ataque contra Israel, además, un portavoz llegó a admitir el apoyo iraní en aquel ataque.

Otros países que utilizan grupos proxy

Además de Irán, otros actores internacionales también recurren a esta táctica. Rusia, por ejemplo, emplea grupos proxy como el Grupo Wagner en conflictos en África y Siria, manteniendo una influencia indirecta en regiones estratégicas sin exponer directamente a sus tropas.

En el contexto de la guerra en Ucrania, los grupos proxy han desempeñado un papel crucial, aunque la situación difiere en ciertos aspectos. Mientras Rusia está involucrada directamente en el conflicto ucraniano, la OTAN apoya al gobierno de Kyiv con armamento y financiamiento, lo que algunos expertos interpretan como una forma indirecta de confrontar a Moscú.