No importa quién gobierne

Otra crisis, otro discurso, otro plan: el 'Día del plan anticorrupción' en el que España vive atrapada desde hace décadas

Los detalles Como Felipe González en los 90 o Mariano Rajoy en 2014, ahora es Pedro Sánchez quien sube a la tribuna para prometer una regeneración democrática "profunda", mientras todo —desde el discurso hasta las medidas— suena como si estuviéramos atrapados en un déjà vu institucional sin fin.

Otra crisis, otro discurso, otro plan: el 'Día del Plan Anticorrupción' en el que España vive atrapada desde hace décadas

En política, hay fórmulas que se repiten. Pero lo de Pedro Sánchez ya roza lo paranormal: cada vez que estalla una crisis que le salpica, da igual si es política o personal, el presidente saca su comodín favorito: un nuevo plan con nombre ambicioso y promesas de cambio. Su forma de apagar fuegos, ganar tiempo y marcar agenda. Y sí, ya hemos visto esta película. Muchas veces. Pero más que una película, esto empieza a parecerse al Día de la Marmota.

¿Te suena? El presidente se encierra, reflexiona unos días, y reaparece con una comparecencia solemne para anunciar medidas "contundentes". Da igual el tema: el formato nunca cambia.

Pasó cuando estalló el caso Begoña Gómez. Cinco días de silencio y, al sexto, el plan de acción por la democracia, que proponía, entre otras cosas, controlar a los medios. En 2024, con Canariasdesbordada por la crisis migratoria y las autonomías mirando para otro lado, la respuesta fue otro plan: el plan nacional de integración y convivencia intercultural.

Y así suma y sigue. Plan para responder a la guerra. Plan para relanzar la industria de defensa. Plan comercial. Plan tecnológico. Plan anticorrupción. Cada problema, un plan. Cada crítica, una 'agenda de país'. Cada sombra, una rueda de prensa. Siempre hay un plan.

Lo preocupante no es que haya planes. Lo preocupante es que todos suenan igual. Y que esta secuencia no es nueva. Llevamos 30 años atrapados en este bucle.

Porque si nos vamos a 1994, a las nueve de la mañana, en el Congreso de los Diputados, el presidente es Felipe González. La corrupción le rodea. ¿Qué hace? Comparece, dice que se ha actuado con rapidez y contundencia, y anuncia un paquete de medidas: más controles, penas más duras, grupos especializados. El país respira hasta que el escándalo siguiente explota.

Avanzamos a 2014. Mismo sitio, misma hora. Esta vez el presidente es Mariano Rajoy. También acosado por casos de corrupción. Comparece. Dice que se ha actuado con rapidez y contundencia. Anuncia otro paquete: transparencia, fiscalización de partidos, control de donaciones. Nada que no suene familiar.

Y hoy, julio de 2025, el bucle se repite. Pedro Sánchez acude al Congreso, la corrupción vuelve a estar en el centro del tablero, y otra vez: anuncio de medidas, promesas de regeneración, compromiso con la democracia. El discurso cambia de acento, pero no de fondo.

Estamos atrapados. Como Bill Murray en 'El Día de la Marmota', reviviendo el mismo día una y otra vez, esperando que algo cambie, aunque todo siga igual. Solo que en esta versión, los protagonistas son presidentes, los problemas se llaman corrupción y los planes, más que soluciones, parecen parches.