El pleno de los 'pellizcos'
'Pellizco' va, 'pellizco' viene: los socios de Sánchez 'desfilan' por el Congreso para dejarle claro su malestar
La otra cara Del PNV a Junts, pasando por Podemos, Sumar, Bildu y Esquerra, todos le tocaron la herida de forma distinta: algunos con guante de seda, otros con intención de marcar. Todos con una idea en común: esto no va bien.

Pedro Sánchez llegó al Congreso con una 'carpeta' cargada de promesas. Presentaba una nueva batería de medidas contra la corrupción, con el objetivo de apagar —o al menos contener— el incendio político que le estalló tras los casos Koldo-Ábalos-Cerdán. Quería tomar la iniciativa, recuperar el control y enviar un mensaje. Pero lo que se encontró fue otra cosa: un pleno extraordinario convertido en un ring de 'pellizcos'. De esos que parecen menores, pero que a fuerza de repetirse acaban dejando marca.
Los 'pellizcos' llegaron de todos lados, pero lo más llamativo es que muchos vinieron de sus propios socios. De quienes, al menos en teoría, lo sostienen en la Moncloa.
El primero, y quizás el que más sorprendió, fue el del PNV. Nada de medias tintas. Le dijeron que su confianza en Sánchez está en la UCI, que no está aclarando las dudas que hay encima de la mesa, y que si no puede sostenerse, siempre le queda dimitir. Un pellizco frío, quirúrgico. Y eso que venía de uno de sus apoyos más estables. O eso parecía.
Luego vino el pellizco con intención de hacer daño. El de Podemos. "Ha sido más decepcionante de lo que esperábamos", le soltaron. Nada de rodeos, nada de paños calientes. El espacio morado, que ya ha roto con el Gobierno, quiso dejar claro que lo que les separa ahora no es solo estrategia política, sino una desilusión de fondo. Pellizco al corazón del relato progresista.
Sumar, más cuidadoso, dio el pellizco indoloro. O eso parecía. Yolanda Díaz le dijo que confía en su honradez, pero que los votantes progresistas están "angustiados". Y aunque parezca un comentario suave, detrás hay una alerta: hay nervios en la base social del Gobierno, y si no se reacciona, puede haber un desgaste irreversible.
Bildu tiró de guion: "Seremos exigentes", dijeron, pero aclarando que no buscan acabar con la legislatura. Un pellizco protocolario, el que se da porque toca, sin intención real de castigar, pero suficiente para marcar distancias y no quedar al margen del coro crítico.
En cambio, Esquerra no pellizcó todavía. Pero ya ha avisado que tiene la mano lista. Gabriel Rufián lanzó su mensaje mirando al futuro: "Si esto escala, elecciones". No hizo falta más. Fue el "como sigas así…" de toda la vida. El aviso antes del portazo.
Y luego está Junts, que ya no necesita pellizcar: simplemente recuerda que está ahí, que tiene siete votos, y que sin ellos no hay mayoría. Más que un pellizco, lo suyo fue un recordatorio de poder: "Si quiere seguir gobernando, esos siete votos valen su legislatura". Casi nada.
Sánchez salió del Congreso con su propuesta anticorrupción sobre la mesa, sí, pero también con una sensación cada vez más clara: los apoyos se agrietan, la paciencia se acorta y los pellizcos de hoy pueden ser los empujones de mañana.