Reducidos a lo que hacen

Los necesitamos para limpiar, cuidar o construir… pero no para otra cosa: la visión utilitarista de la migración en España

La otra cara Muchos discursos políticos ven a los migrantes solo como trabajadores necesarios. Se habla de limpieza, construcción o cuidado de mayores, pero se olvida que cada migrante es una persona completa, con sueños, talento y derechos que van mucho más allá de su labor.

Los necesitamos para limpiar, cuidar o construir… pero no para otra cosa: la visión utilitarista de la migración en España

"Alguien tendrá que limpiar en sus casas, alguien tendrá que recoger sus cosechas y alguien tendrá que poner los ladrillos de las casas donde luego vamos a vivir todos los demás". Quien lo decía no era un desconocido, sino Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, defendiendo la migración… pero con una condición muy concreta: que trabaje. Mucho. Y duro.

Lo que se conoce como el utilitarismo de la migración: los migrantes no como personas, sino como mano de obra necesaria. Y es que, según los últimos datos, muchos siguen concentrándose en trabajos domésticos, cuidado de mayores, hostelería, construcción o transporte. Nada nuevo bajo el sol, pero eso no significa que eso sea todo lo que hacen o que se deba pensar en ellos solo como "quien limpia y quien recoge la cosecha".

El mensaje de Ayuso tiene precedentes. Hace apenas unos meses, en Murcia, el PP presentó un visado por puntos que vinculaba la migración a la falta de mano de obra en sectores concretos. Los barones del partido lo defendieron: "Necesarios como mano de obra en transporte o agricultura".

Y si miramos atrás, encontramos declaraciones similares de Aznar o Rajoy. Aznar preguntaba hace más de 20 años: "¿Quién va a hacer el trabajo que se hace en tu casa?", mientras que Rajoy este verano insistía: "Necesitamos a los migrantes porque hay trabajos que solo ellos hacen".

El problema es que reducir la migración a fuerza de trabajo tiene consecuencias. Limita el acceso a estudios, a mejores empleos, a la convalidación de títulos; los encasilla y los invisibiliza como ciudadanos. Es un error que, según asociaciones de integración, sigue muy presente en la política española.

Incluso la izquierda, aunque con otro discurso, cae en cierto utilitarismo. Pedro Sánchez y otros responsables destacan la necesidad de migrantes para mantener las pensiones o sostener el Estado del bienestar. Por ejemplo, se estima que entre 200.000 y 250.000 migrantes netos al año serían necesarios hasta 2050 para que el sistema público de pensiones siga funcionando. La diferencia es que aquí la motivación es social y económica, no doméstica.

El problema es poner siempre a la migración en clave de "necesidad": que si vienen, que sea para limpiar, cuidar o sostener el sistema. Así se olvida que son personas, con proyectos, capacidades y derechos. Más allá de los números y de los trabajos, la migración es diversidad, talento y futuro. Y reducirla solo a una utilidad económica es perder de vista lo más importante: que los migrantes son mucho más que lo que hacen por nosotros.

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