cultura

Muere a los 93 años el cantaor Antonio Fernández Díaz, 'Fosforito'

Los detalles El artista había sido sometido hace un mes a una intervención quirúrgica de carácter cardíaco que había superado, aunque en los últimos días había sufrido un empeoramiento de su situación, que obligó a su hospitalización este miércoles.

Foto de archivo de Antonio Fernández Díaz, Fosforito introduciendo su legado en la Caja de las Letras, Foto de archivo de Antonio Fernández Díaz, Fosforito introduciendo su legado en la Caja de las Letras, Instituto Cervantes
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El mundo del flamenco amanece de luto. Antonio Fernández Díaz, 'Fosforito', una de las grandes figuras del cante jondo, ha fallecido este jueves en Málaga a los 93 años, según ha confirmado a EFE su hijo, Alejandro Fernández.

El artista, que había sido sometido hace un mes a una intervención cardíaca, había logrado recuperarse, pero en los últimos días su estado empeoró y fue ingresado de urgencia este miércoles en el Hospital Regional Universitario de Málaga, donde finalmente murió a causa de una infección.

Un referente del cante jondo

Nacido en Puente Genil (Córdoba) en 1932, Fosforito fue una de las voces más puras y reconocibles del siglo XX.

Comenzó a cantar siendo muy niño, pero su gran salto llegó en 1956, cuando arrasó en el I Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba, ganando todos los premios y dejando su nombre inscrito para siempre en la historia del cante. A partir de entonces, su carrera se convirtió en un viaje constante entre escenarios y leyendas: compartió cartel con Pepe Pinto y Juan Valderrama, cantó en América junto a Manuela Vargas, recorrió la costa americana con Juan Habichuela y, ya en los años setenta, encabezó los principales festivales flamencos junto a Antonio Mairena.

Rescató estilos casi olvidados, como el Zángano de Puente Genil, grabó una antología histórica junto a Paco de Lucía y escribió letras para otros cantaores, entre ellos Camarón de la Isla, que utilizó sus versos en los inicios de su carrera.

Galardonado con el Premio Ondas en 1998, el Pastora Pavón en 1999 y, sobre todo, con la V Llave de Oro del Cante en 2005 —la máxima distinción del flamenco—, Fosforito deja tras de sí una herencia inmensa: la de un hombre que cantó como si el tiempo pudiera detenerse en el quejío.