El Louvre, hogar de la famosa Mona Lisa de Leonardo da Vinci, se encuentra en medio de un caos debido a la abrumadora afluencia de turistas. Las redes sociales se inundan con imágenes denunciando el tráfico humano, colas interminables, empujones y aglomeraciones que dificultan la apreciación de la obra maestra. Ante las crecientes quejas, el museo ha tomado la drástica decisión de trasladar la pintura a una sala subterránea, menos accesible pero más amplia.

Esta no es la única medida extrema que se está tomando para controlar el turismo desbordado. En lugares como el monte Fuji, en Japón, los vecinos de un pueblo cercano han levantado un muro para bloquear las vistas, "sin foto no hay turista". Mientras que en Austria, el ayuntamiento de un pueblo que inspiró la película 'Frozen' ha restringido la entrada y cobrado tarifas para controlar la afluencia.

En Italia, en Portofino, los turistas y sus 'selfies' bloqueaban las calles, por lo que el alcalde ha pedido introducir zonas en las que no puedas estar parado durante mucho tiempo, quien lo haga tendrá que pagar una multa de 270 euros. Mientras tanto, dos localidades catalanas han rechazado el reconocimiento como los pueblos más hermosos de España, priorizando la calidad de vida sobre el turismo desenfrenado.

Incluso en ciudades, como en Barcelona, los comercios locales están tomando medidas para controlar la invasión turística, en pleno Eixample, en una charcutería que lleva abierta desde 1989, han colgado un cartel que pone "las visitas solo para mirar, son 5 euros", no cobran, pero con eso disuaden a los turistas.

En Venecia, se han impuesto tasas de entrada (5 euros) y se han prohibido los grupos grandes (25 personas), mientras que Ámsterdam opta por no construir más hoteles para frenar el turismo de masas.