El Helicoide, conocido oficialmente como el Centro de Detención Judicial de Caracas, se ha convertido en uno de los lugares más temidos en Venezuela, especialmente para dirigentes políticos, periodistas y activistas. Según informes de organismos de derechos humanos, las condiciones de vida en esta prisión son extremadamente inhumanas. Los supervivientes han descrito el lugar como "lo más cercano al infierno que hay en la tierra".
Este edificio, que originalmente iba a ser el centro comercial más moderno de Sudamérica en los años 50, nunca se completó debido a problemas financieros. En lugar de tiendas y restaurantes, el Helicoide se ha transformado en un centro de tortura y represión bajo el control del Servicio Bolivariano de Inteligencia (SEBIN), que ocupa la parte superior del edificio. La zona inferior alberga la prisión, que, según las declaraciones de ex internos, es un lugar de sufrimiento continuo.
Las celdas están abarrotadas, con un hacinamiento del 30% por encima de la capacidad original. Los internos viven en condiciones deplorables: sin luz, sin agua y rodeados de cucarachas. En el área de detención, los gritos de las víctimas de tortura son comunes, creando un ambiente de terror constante.
El testimonio de dos supervivientes ofrece una visión escalofriante de la vida en el Helicoide. Uno de ellos expresó: "Yo lo único que sentía era deseo de muerte". Otro describió el lugar como "lo más cercano al infierno que hay aquí". Las quejas sobre el abuso y las torturas han llevado a una creciente presión internacional, como lo demuestra el motín de 2018, que incluyó la grabación clandestina de un prisionero estadounidense, resultando en su eventual liberación.
Mientras tanto, Nicolás Maduro ha calificado al Helicoide como un "referente moral", ignorando las denuncias de abusos y las terribles condiciones de los detenidos.
Según el Consejo de Seguridad Nuclear
Las seis zonas contaminadas por radiactividad en España: Tarragona, Toledo, Madrid, Murcia, Huelva y Almería
¿Es peligroso? Según informes de Greenpeace y la Sociedad Española de Protección Radiológica, los niveles de radioactividad en estos suelos son bajos, pero el peligro continúa.