El diccionario de Trump
"Invasores", "violadores", "terroristas": cómo Trump convierte sus palabras en armas políticas
¿Por qué es importante? Cada término que elige, desde "luchar como demonios" hasta "animales", sirve para movilizar a sus votantes, definir enemigos y justificar la fuerza, transformando el lenguaje en combate político.

Para Donald Trump, todo es guerra. Literalmente. Y no hablamos solo de conflictos internacionales: el presidente ha convertido el lenguaje bélico en su herramienta favorita para movilizar a sus votantes, marcar enemigos y justificar cualquier acción.
Trump no escoge las palabras al azar. Cuando habla de migrantes, los llama "invasores, violadores, criminales, parásitos". A los manifestantes los tilda de "terroristas y animales". En su mundo, quien no está con él es un enemigo. Y al definir así a los otros, crea la justificación perfecta para usar la fuerza o tomar medidas extremas.
Esa retórica no es nueva ni casual. Ya en plena campaña de 2023 alentaba a sus seguidores a "luchar como demonios", en un contexto que acabó con el asalto al Capitolio. Parecía un mensaje claro: prepárense, tengan armas cerca, lo que viene será serio. Trump sabe que el miedo y la sensación de amenaza movilizan. Y lo hace con palabras de combate, como si todo discurso fuera un frente de batalla.
El lenguaje bélico también se traslada al exterior. Irán es una "amenaza real", un país de "matones". Un barco venezolano en aguas del Caribe es acusado de terrorismo antes de que haya pruebas. Cada declaración construye enemigos, justifica ataques y proyecta poder.
Hasta nombres como el del "Departamento de Defensa" se convierten en símbolos: Trump quiere devolverle el título de "Departamento de Guerra" porque, dice, suena más fuerte, más intimidante, más efectivo. Todo forma parte de su estrategia de comunicación: mostrar fuerza y mantener a su base lista para la batalla, literal o simbólicamente.
Con Trump, cada discurso, cada tuit, cada intervención es un campo de batalla. Para él, todos son enemigos y el lenguaje es su arma más poderosa para movilizar, intimidar y consolidar su influencia. La política, en su versión, se juega con palabras como si fueran misiles.