Única en su historia
La historia de Pilar Careaga, la ingeniera que rompió todos los moldes, condujo locomotoras y terminó gobernando Bilbao bajo Franco
Los detalles Ingeniera, política, pionera y polémica, Pilar Careaga desafió todos los estereotipos de la España de mediados del siglo XX, construyó una carrera histórica y sobrevivió incluso a un atentado de ETA.

Si hay una figura controvertida en la historia reciente de España, esa es Pilar Careaga. Primera mujer ingeniera del país, primera mujer en conducir una locomotora, diputada frustrada, alcaldesa de Bilbao durante el franquismo… Su vida está llena de paradojas difíciles de digerir.
Nacida en un tiempo donde las mujeres apenas tenían oportunidades, Careaga rompió todos los estereotipos: en 1929, tuvieron que hacerle un traje oficial a medida porque no existían pantalones femeninos para su trabajo. Gracias a los derechos que había conseguido la mujer durante la II República, pudo estudiar ingeniería y hacerse un hueco en un mundo de hombres.
Pero si por algo es recordada es por su carrera política. Careaga rechazaba la democracia, pero fue precisamente ese sistema el que le permitió presentarse como diputada por Vizcaya en las listas de Calvo Sotelo. No consiguió el escaño, pero abrió la puerta que la llevaría directamente a la alcaldía de Bilbao en plena España franquista.
Durante la Guerra Civil fue encarcelada por el bando republicano y librada gracias a un intercambio de prisioneros. Su ascenso en el franquismo se apoyó en la Falange, la Iglesia y los albergues de Auxilio Social, siendo una de las pocas mujeres rodeada de cientos de hombres.
Careaga era una mujer llena de contradicciones. Por un lado, defendía que "la misión de la mujer es colaborar con el hombre" y que las mujeres debían luchar por la familia y el hogar. Por otro, priorizó su carrera política por encima del mensaje que transmitía a otras mujeres.
Su lealtad al régimen fue recompensada en 1969, cuando Franco la puso al frente del Ayuntamiento de Bilbao. Hasta la fecha, sigue siendo la única mujer que ha ocupado ese cargo y una de las pocas con poder real en el franquismo. Eso sí, el régimen intentó mantener su figura en silencio: ni una sola mención en el NODO de la época.
Dirigió la ciudad hasta 1975, cuando dimitió tras lo que ella llamó "una campaña de difamación contra su persona", en plena España tardofranquista que pedía cambios. Incluso la prensa de la época la retrataba junto a Richard Nixon, sugiriendo su salida.
Y aunque se retiró de la política, volvió a los titulares en 1979, cuando se convirtió en la primera política mujer víctima de ETA. Sobrevivió al atentado, pero la historia ya la había marcado para siempre.
El legado de Pilar Careaga es una mezcla de logros históricos y contradicciones personales: una mujer que abrió caminos imposibles en su época, pero que defendió un régimen autoritario. Su vida demuestra que el feminismo y la ambición profesional pueden coexistir de formas complejas, incluso en los momentos más oscuros de la historia de España.
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