El discurso migratorio de la derecha

Dicen condenar la violencia, pero acaban señalando a los migrantes: los 'peros' del PP y Vox cuando hablan de convivencia

El contexto Alberto Núñez Feijóo, Fernando López Miras o el alcalde de Torre-Pacheco (del PP) aseguran que defienden la convivencia, pero acaban deslizando que la inseguridad tiene rostro extranjero. Los datos, mientras tanto, demuestran lo contrario.

Dicen condenar la violencia, pero acaban señalando a los migrantes: los 'peros' del PP y Vox cuando hablan de convivencia

A más migración, más delincuencia. Es una frase corta, simple, contundente y falsa. Pero también es eficaz. Es fácil de repetir, de propagar, de utilizar en un discurso. No importa que la realidad diga lo contrario. No importan los datos. Lo importante es lo que se instala en el imaginario colectivo: la sospecha permanente hacia quienes vienen de fuera.

Y en eso, Vox ha sido pionero, pero no está solo. El Partido Popular ha comenzado a adoptar un discurso casi calcado. Cambian las formas, bajan un poco el volumen, pero el fondo es el mismo: señalar a la población migrante como un problema. Aunque los números desmientan esa idea una y otra vez.

La realidad: más migración, menos delitos

Desde 2010, España ha recibido un número creciente de personas migrantes. La población de origen extranjero ha aumentado más de un 50% en los últimos 15 años. Y, sin embargo, la criminalidad no solo no ha crecido en la misma proporción, sino que ha bajado.

  • Los robos con violencia se han reducido casi a la mitad.
  • Los hurtos han descendido de forma sostenida.
  • Los robos en viviendas y vehículos también han caído.
  • Los homicidios se han reducido un 15% en estos 15 años.

Las cifras no son una opinión. Son estadísticas oficiales. Y desmontan por completo la narrativa que asocia migración con inseguridad. Solo hay dos delitos que han experimentado un aumento en este periodo: el tráfico de drogas (que ha subido un 50%) y las agresiones sexuales, que se han más que duplicado. Pero en ambos casos, no hay datos que vinculen directamente ese aumento con el origen de los autores. Ni la policía, ni los tribunales, ni los informes del Ministerio del Interior lo afirman.

A pesar de los datos, el discurso criminalizador no cesa

Frente a esta realidad, el discurso político se mueve en dirección contraria. Y lo preocupante no es solo lo que dice Vox, que ya ha convertido la criminalización del migrante en su marca de fábrica. Lo preocupante es cómo el Partido Popular empieza a recorrer el mismo camino.

Este martes, Alberto Núñez Feijóo pronunció unas declaraciones que lo evidencian. Comenzó afirmando que España "necesita migración regular". Pero inmediatamente después, añadió: "Eso no da carta blanca para cometer delitos".

Nadie ha pedido carta blanca para nadie. Pero esa coletilla, que parece inofensiva, instala la sospecha. Sugiere que hay una amenaza latente en los migrantes. Y esa sospecha es el combustible perfecto para los discursos de odio.

Luego dio un dato muy concreto: "El 40% del censo de Torre-Pacheco son migrantes, entre migrantes y sus hijos". Pero lo que no dijo es que los hijos de migrantes son españoles. Nacieron aquí. Viven aquí. Tienen DNI. Pero siguen siendo "los otros" en el discurso del líder de la oposición.

Los 'peros' que lo estropean todo

El alcalde de Torre-Pacheco, también del PP, declaró ante los medios: "La convivencia en el municipio es buena". Una afirmación que invita a la calma. Pero enseguida añadió: "Hay un grupo de migración que sí está teniendo bastante delincuencia". ¿Más que otros colectivos? "Sí, sí". ¿Tiene datos que lo confirmen? "No". Más adelante, insinuó que la policía podría tenerlos, pero no aportó ninguna fuente oficial.

El patrón se repite. Se hace una afirmación que parece razonable. Se lanza un mensaje de tranquilidad. Pero después viene el 'pero'. Y ese 'pero' lo contamina todo. Instala la idea de que, aunque la mayoría conviva en paz, "hay unos cuantos" que no. Y esos "unos cuantos", convenientemente vagos y sin datos concretos, valen para señalar a todos.

También lo hizo el presidente murciano, Fernando López Miras. Habló de mantener la calma. Pero acabó diciendo: "No se pueden permitir las llamadas a la violencia de unos y de otros". Es decir: igualar a los agresores con las víctimas. Como si quienes han sido perseguidos por su color de piel o su nacionalidad fueran tan responsables de los disturbios como quienes han lanzado piedras y gritado "fuera, fuera" a la puerta de sus casas.

Vox va más allá: odio sin disimulo

Y mientras el PP insinúa, Vox directamente acusa. A Santiago Abascal se le ha pedido que condene los ataques racistas ocurridos en Torre-Pacheco. No lo ha hecho. En su lugar, ha repetido su mantra habitual: "Condenamos la violencia importada por el bipartidismo, que lleva décadas trayendo migración ilegal, que trae aumento de violaciones, aumento de criminalidad y provoca la desesperación de nuestro pueblo".

No solo no condena la violencia racista. La justifica. La convierte en una reacción comprensible, casi inevitable, ante una supuesta amenaza que no existe.

Y el líder de Vox en Murcia, José Ángel Antelo, ha ido aún más lejos. Dijo: "Los vamos a deportar a todos. No va a quedar ni uno". Una frase que ya investiga la Fiscalía como posible delito de odio.