Historia que se repite

¿Qué es un 'pogromo'? Una cacería colectiva contra un grupo por su origen; y sí, en España sigue pasando

¿Por qué es importante? Barrios gitanos incendiados, migrantes huyendo de sus pueblos, niños señalados por su apellido. Lo llaman "problemas de convivencia", pero tiene otro nombre. Y no es nuevo: lo vimos en El Ejido, en Jaén, y ahora en Torre-Pacheco.

¿Qué es un 'pogromo'? Una cacería colectiva contra un grupo por su origen; y sí, en España sigue pasando

Por mucho que se intente enmarcar en el debate sobre integración y convivencia, lo que estamos viendo son 'pogromos'. Así, con todas sus letras. Ataques colectivos contra un grupo por su origen. Por ser gitanos. Por ser migrantes. Por ser 'los otros'.

Lo ocurrido en Torre-Pacheco no es nuevo. Antes sucedió en Torredelcampo, en Martos, en Peal de Becerro o en Almoradí. Localidades donde, tras un crimen o un conflicto entre vecinos, parte del pueblo se lanza —literalmente— contra todo un colectivo. No contra el presunto autor. Contra todos los que comparten su origen.

Lo llaman "reacción", pero es linchamiento. Cacerías. Vecinos organizados que acuden en masa a los barrios gitanos, que prenden fuego a casas, que arrasan con todo lo que encuentran. En ocasiones, incluso con el silencio —o la complicidad— de responsables políticos locales. Hay imágenes, testimonios, reportes policiales. No son conjeturas.

Se repite el patrón: "Un gitano mata a un payo" y lo que emerge no es justicia, sino venganza colectiva. No es un acto aislado, sino un fenómeno sistemático que expulsa de facto a comunidades enteras de sus pueblos. En Mancha Real, Jaén, se llegó a impedir que los niños gitanos fuesen al colegio. Hubo padres que dijeron abiertamente que no querían que sus hijos compartieran aula: "Los niños pueden ser el día de mañana, lo mismo que los padres".

En esos ataques no hay distinción. No importa si alguien ha hecho algo o no. Importa su apellido, su origen, su acento, su color de piel. Como ocurrió también en El Ejido(Almería), en 2000, cuando la muerte de tres españoles derivó en un estallido racista contra migrantes marroquíes. Más de 600 agentes tuvieron que intervenir para frenar a las hordas que arrasaban locutorios, mezquitas, carnicerías halal… todo lo que simbolizara extranjería.

Eso es un 'pogromo'. Un término duro, incómodo, que remite a los linchamientos antisemitas de Europa del Este. Pero que describe con precisión lo que aquí está ocurriendo. Y lo que no se quiere nombrar.

En Torre-Pacheco, como antes en Jaén o en Almería, no se trata solo de "conflictos de convivencia". Se trata de racismo. De estructuras sociales y culturales que permiten —cuando no alientan— la violencia colectiva contra el diferente. Es hora de llamar a las cosas por su nombre.