Ideas que valen oro
¿Qué tienen en común el Tetra Brik, LEGO y la Dayson? Que sus herederos son multimillonarios
Los detalles Una patente puede transformar una idea en una fortuna que dura generaciones. Los herederos de esos inventos históricos disfrutan de multimillonarias fortunas, viviendo del legado de sus antepasados, sin necesidad de trabajar ni gestionar los negocios originales.

¿Te imaginas que tu abuelo hubiese patentado algo tan simple como una caja de cartón? Pues eso le pasó a la familia Rausing, creadores del Tetra Brik, ese envase rectangular que contiene la leche, el zumo o la sopa desde hace más de medio siglo. Hoy, sus descendientes tienen más de 9.000 millones de dólares invertidos en bolsa, según un informe de 'Bloomberg'. Inversiones discretas, en más de 100 empresas del mundo, de Apple a Wells Fargo.
Pero la historia no va solo de dinero. Va de cómo una buena idea cambia el destino de una familia entera.
El negocio de patentar y heredar
Ruben Rausing inventó el envase perfecto en los años 50. En los 60 llegó el Tetra Brik y la patente hizo el resto: un monopolio mundial de envases para líquidos. La familia amasó miles de millones y la historia se volvió más rara.
Sus descendientes han vivido entre lujos, adicciones y escándalos. Uno de ellos fue arrestado tras convivir dos meses con el cadáver de su esposa, muerta por sobredosis. Otro desapareció de la vida pública. Nadie sabe muy bien quién gestiona su fortuna. Solo se conoce a Birgit Rausing, matriarca del clan y una de las mujeres más ricas de Europa.
Todo por haber inventado una caja de cartón. Y no son los únicos. Las otras herencias locas que salieron de una patente
- Chocolatinas Mars: el abuelo Mars, con polio y sin colegio, inventó una chocolatina mezclando caramelo y mantequilla. Su hijo abrió fábrica. Su nieta, Jacqueline Mars, vive rodeada de arte, caballos y una fortuna familiar demás de 118.000 millones de dólares.
- LEGO: un carpintero danés llamado Ole Christiansen decidió fabricar bloques de plástico encajables. Lo llamó LEGO. Su nieto no quiso seguir con el negocio y se lo dejó a un presidente externo. Hoy, sus hijos tienen 7.000 millones de euros cada uno. ¿Trabajo? Ninguno que necesite madrugar.
- Sopa Campbell: un ingeniero, John D. Dorrance, inventó en 1897 la sopa de tomate concentrada. Su nieta, Mary Alice Malone, fallecida hace poco, controlaba el 38% de la empresa Campbell y tenía una fortuna de 18.000 millones. ¿Su ocupación? Cuidar caballos en una finca.
- Aspiradoras Dyson: James Dyson inventó la aspiradora sin bolsa. Patente registrada. Vendió millones. Hoy tiene más de 20.000 millones de dólares. ¿Y sus tres hijos? Uno es diseñador, otro músico, y el tercero fundó una startup que acabó comprando su padre.
La idea vale más que la carrera
No hace falta ser CEO para ser millonario. Basta con tener un abuelo que registró una patente brillante y un padre que no se la jugó en Las Vegas. El resto es herencia, fondos fiduciarios y vida tranquila.
Pero cuidado: no todo son ventajas. El 80% de las grandes herencias acaban en peleas familiares. Muchas fortunas se pierden en la tercera generación. O en clínicas de desintoxicación.
Aun así, la fórmula está clara: una buena idea + una buena patente = riqueza para varias generaciones. Y sí, da un poco de envidia.