Cuando la historia incomoda
La derecha española y el franquismo: PP y Vox siguen excusándose para no reconocer lo que realmente pasó
¿Por qué es importante? Entre excusas, grises y hasta alguna defensa del dictador, la derecha española sigue mirando para otro lado, mientras los datos de asesinatos, persecuciones y exilios masivos muestran que el franquismo dejó heridas que todavía duelen y no se han cerrado.

A 50 años de la muerte de Francisco Franco, la memoria histórica sigue siendo un terreno pantanoso en España, sobre todo para la derecha. Porque mientras el franquismo levantaba presas —581 en total—, también fusilaba, exiliaba, encarcelaba, silenciaba huelgas a golpes, torturaba, robaba bebés, perseguía por orientación sexual o por opinar distinto, y condenaba a muerte a quienes se interponían en su camino.
Las cifras son escalofriantes: entre 140.000 y 200.000 asesinados, 130.000-140.000 desaparecidos, 250.000 exiliados, 30.000 bebés robados, 280.000 internos en campos de concentración nazis, 400.000 trabajos forzosos, 270.000 presos políticos, 21.000 condenados por homosexualidad, 155.000 prisioneros, 52.000 docentes depurados, 50.000 fusilados, 4.400 despidos políticos, 285 objetores de conciencia, 50 penados a muerte, 7.000 detenidos por motivos políticos, 16.000 maestros y 500 profesores ex-pulsados, 17 huelguistas muertos por represión policial y 53.500 detenidos y procesados por el TOP. Un historial de terror que nadie debería olvidar.
Sin embargo, para la derecha española, y sobre todo para el PP y Vox, reconocer todo esto sigue siendo complicado. El PP, que viene de Alianza Popular, liderada por el exministro franquista Manuel Fraga, ha mostrado sistemáticamente reticencias a condenar la dictadura. En 1999 evitó condenar el "golpe fascista militar contra la legalidad republicana"; en 2003 se negó a participar en homenajes a represaliados; en 2007 votó en contra de la Ley de Memoria Histórica; y en 2022 se opuso a la Ley de Memoria Democrática. Recientemente, en los actos por los 50 años de la muerte de Franco, Alberto Núñez Feijóo dijo que "da pereza" hablar de esos homenajes.
Los discursos de algunos dirigentes de la derecha han oscilado entre minimizar la represión y poner en duda la propia historia. José María Aznar y Mariano Rajoy han cuestionado la existencia de miles de desaparecidos, Esperanza Aguirre ha puesto en duda que el franquismo "fuera impuesto por la fuerza", y Jaime Mayor Oreja llegó a calificar la época como una "situación de extraordinaria placidez". Más recientemente, Pablo Casado llamó "carcas" a quienes reivindican la memoria de los represaliados, y la actual portavoz del PP, Ester Muñoz, criticó los presupuestos destinados a memoria democrática, calificando la iniciativa de "15 millones para desenterrar unos huesos".
Vox, por su parte, va más allá de los grises. Su portavoz Mariscal defendió abiertamente la dictadura, asegurando que no fue "una etapa oscura como nos vende este gobierno, sino una etapa de reconstrucción, progreso y unidad nacional". Una defensa directa que demuestra que para algunos sectores de la derecha, el franquismo sigue siendo reivindicado como un periodo de progreso y orden, ignorando el terror que sufrieron cientos de miles de personas.
Entre malabarismos, grises y defensas explícitas del dictador, la derecha española sigue sin afrontar su pasado. Mientras tanto, fusilamientos, exilios, trabajos forzosos, persecución por orientación sexual o ideas políticas y bebés robados recuerdan que la dictadura dejó heridas abiertas que no se curan con eufemismos ni con "placidez" histórica.
Esto con Franco sí pasaba, y muchos parecen dispuestos a seguir mirándolo como algo del pasado que conviene no remover. Pero los hechos hablan por sí solos, y España sigue pagando la factura de un franquismo que algunos todavía se niegan a condenar.
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