El ritual de los partidos políticos vascos de ser los primeros en registrar sus candidaturas ante la Junta Electoral no es mera casualidad ni un acto impulsivo de madrugada. Representantes del PNV y Bildu, como ejemplos destacados, dedicaron hasta 48 horas en cola para asegurar esta posición. Este acto, que podría parecer excesivo, es en realidad una maniobra calculada con el objetivo de optimizar su visibilidad ante los votantes, especialmente aquellos que optan por el voto por correo.

La importancia de ser los primeros en el registro radica en cómo se organiza la información electoral que llega a los votantes. Al solicitar el voto por correo, el elector recibe un sobre que contiene todas las papeletas de los partidos participantes. La disposición de estas papeletas sigue un orden específico, determinado por el orden de registro de las candidaturas. Este detalle no es menor; ser el primero significa ocupar la primera posición en el sobre, otorgando una ventaja visual inmediata al abrirlo.

Pero la ventaja no se limita solo al ámbito del voto por correo. También se extiende a las mesas y cabinas electorales, donde el orden de las papeletas sigue el mismo criterio. Aunque en la práctica, la colocación final en los colegios electorales pueda variar ligeramente debido a la intervención humana, la teoría subyacente persigue el mismo fin: mejorar la posición de la papeleta en el espacio físico de votación.

El impacto de estas estrategias en el comportamiento electoral podría considerarse marginal, según los expertos consultados. Sin embargo, en el contexto de unas elecciones competitivas, como suelen ser las vascas, cada pequeña ventaja cuenta. Lo que inicialmente podría verse como una peculiaridad regional, se revela como una manifestación del deseo de los partidos por asegurar toda ventaja posible.