Desigualdad urbana
Ciudades hechas para ricos, trabajadas por pobres: el experimento de Mamdani para Nueva York que España sigue evitando
La otra cara Zohran Mamdani ha llegado al poder con un plan radical pero simple: congelar los alquileres, subir impuestos a los millonarios y hacer gratis el transporte y el cuidado infantil. Un experimento que podría inspirar a Madrid, Barcelona o cualquier metrópoli que se vacía de vecinos.

Quiere limitar el precio de la vivienda, subir los impuestos a los millonarios y hacer gratis el transporte y el cuidado infantil. Zohran Mamdani es el nuevo alcalde de Nueva York y su plan para la ciudad más cara de Estados Unidos no ha sentado nada bien al PP de Ayuso.
"Evidentemente, a mí no me gusta que haya un alcalde en Nueva York, no por musulmán, sino por contrario a los valores occidentales", ha dicho Díaz-Pache, portavoz del PP madrileño. "Las medidas que hemos conocido sobre este candidato, ahora alcalde, creo que no van en la línea de mejorar la vida de los ciudadanos de Nueva York".
Pero... ¿Cuáles son esos valores que han votado los neoyorkinos? En una ciudad donde uno de cada cuatro habitantes vive en pobreza, donde el alquiler ha subido un 12% en un año y donde el cuidado infantil cuesta unos 25.000 dólares por niño, la gente ha elegido políticas para poder seguir viviendo allí.
Mamdani quiere congelar los alquileres durante cuatro años, hacer gratuito el cuidado infantil y los autobuses, abrir supermercados públicos y subir el salario mínimo. Todo eso, cobrando más impuestos a quienes ganan más de un millón de dólares.
Su propuesta es clara: que Nueva York deje de ser una ciudad hecha solo para los ricos. Y va más allá. Mamdani plantea que esta podría ser una especie de laboratorio urbano: un modelo que otras grandes ciudades podrían seguir.
Porque la crisis de la vivienda no entiende de fronteras. Es el origen de una cadena que encarece todo lo demás. Cuando las rentas medias y bajas no pueden pagar un piso en la ciudad, acaban desplazándose a una periferia cada vez más lejana. Y mientras tanto, siguen trabajando dentro de la ciudad, duplicando o triplicando su gasto en transporte.
Ahí entra la lógica de Mamdani: si ahorras en alquiler y en transporte, ganas vida.

Y el ejemplo sirve perfectamente para España. Barcelona ya es la ciudad más cara para vivir, y tiene el transporte público más caro del país: 2,65 euros el billete sencillo. Si sumas cercanías o gasolina, el coste se dispara.
Además, los centros urbanos se han convertido en parques temáticos para turistas y rentas altas. Los precios de compra y ocio se duplican. En Madrid, ir al cine cuesta diez euros y una cerveza ronda los cuatro. Solo puede permitirse disfrutar de la ciudad, quien puede permitirse vivir en ella.
Por eso Mamdaniha arrasado entre jóvenes y migrantes, los mismos que mantienen la ciudad en pie. Son quienes limpian, cocinan, reparten, cuidan. Representan más del 15% de la fuerza laboral en ciudades como Nueva York, Madrid o Valencia, pero apenas tienen peso político.
Mamdani ha querido cambiar eso: ponerles en el centro del debate. Porque su mensaje va más allá de los números o de Nueva York. Es una pregunta incómoda que cualquier ciudad podría hacerse hoy: ¿queremos vivir en ciudades hechas para los ricos y trabajadas por los demás?