Era un hervidero
Ni fue Juan Carlos I ni cayó del cielo: la democracia nació del ruido, del barro y del coraje de la gente
La otra cara Mientras el rey presume de haber traído la libertad, la verdadera democracia se construyó en los barrios, las fábricas, las universidades y hasta en las cárceles, gracias a la gente corriente que se organizó, protestó y se jugó el tipo para conquistar sus derechos

"La democracia no cayó del cielo". Eso dice el rey emérito en sus memorias. Y tiene razón. Pero lo curioso es lo que añade después: que fue él quien la trajo, que la quiso desde el principio, que dio libertad a los españoles y que el sistema político actual es su legado.
Su papel fue importante, claro. Pero no fue el único. Porque la democracia no nació en un despacho ni en un palacio. Nació en la calle, en los barrios, en las fábricas, en las universidades… y hasta en las cárceles. Fue fruto de años de lucha, de organización, de gente corriente que se jugó el tipo, por tener derechos, por poder hablar y votar libremente.
Este viernes, laSexta Columna lo cuenta: cómo la sociedad española empujó la democracia desde abajo, mientras el régimen se caía a pedazos.
Rekalde: un barrio que dijo basta
Un ejemplo claro: Rekalde, en Bilbao. A mediados de los 70 era un barrio olvidado, lleno de barro, con vecinos hacinados. El régimen lo veía como un "foco de rojos". Pero ellos no se callaron. Se organizaron, protestaron, se jugaron el pellejo. Y poco a poco fueron ganando algo más que mejoras en el barrio: ganaron dignidad, ganaron libertad.
Así, barrio a barrio, fábrica a fábrica, asamblea a asamblea… la dictadura empezó a morir.
El aire fresco de 1975
Y mientras tanto, el país también cambiaba por dentro. 1975 fue el año de 'El Bimbó' de Georgie Dann, del 'Saca el güisky, Cheli' y del debut de Triana, un grupo que rompió esquemas. Había ganas de vivir, de romper con lo viejo, de respirar.
Fuera, los hippies ya llevaban años descalzos por los parques practicando el amor libre. Dentro, los españoles empezaban a hacerlo a su manera: pidiendo libertad.
Ni las cárceles pudieron frenarlo
El régimen intentó tapar todo. Pero no pudo. Ni siquiera en las cárceles. En el programa, Nicolás Sartorius, histórico líder de Comisiones Obreras y preso político, cuenta cómo se enteraba de lo que pasaba fuera: "Usábamos un transistor que escondíamos debajo de una baldosa a la que le habíamos quitado el yeso. Si le aplicabas crema de dientes, quedaba camuflado como si fuese yeso", recuerda.
Pequeños gestos, grandes pasos. Así se ganó la democracia. 'La dictadura murió en la calle', mañana en laSexta Columna. Porque la democracia no la trajo nadie del cielo: la conquistó la gente.
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