Cine contra el fascismo
Cannes, el festival que nació para plantar cara al fascismo y defender el cine contra la propaganda nazi
La otra cara Creado en 1938 como respuesta a la manipulación ideológica en Venecia, el Festival de Cannes se erige como un símbolo de resistencia cultural frente a los regímenes de Mussolini y Hitler.

"El arte es democrático, inclusivo y diverso, por eso somos una amenaza para los fascistas del mundo". Con estas palabras, Robert De Niro reafirmó la esencia de un festival que, desde su nacimiento, ha sido un símbolo de resistencia frente a las fuerzas totalitarias.
El Festival de Cannes, cuyo origen se remonta a 1938, no solo es un escaparate de cine mundial, sino también una declaración de principios contra el fascismo y las ideologías que han intentado controlar la expresión artística.
La historia del Festival de Cannes comienza en un contexto europeo marcado por el ascenso de regímenes autoritarios. En 1938, la Mostra de Venecia, el principal festival cinematográfico de Europa, se había convertido en un terreno fértil para la propaganda del régimen nazi y el fascismo de Benito Mussolini.
En ese año, la premiación de 'Olympia', un documental de la cineasta alemana Leni Riefenstahl sobre los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936, dejó claro el giro ideológico de la Mostra. La película, que exaltaba la supremacía ariana y la perfección física según los ideales de Hitler, fue recibida con entusiasmo en Venecia, donde el gobierno fascista italiano y los nazis alemanes promovían sus valores totalitarios a través del cine.
Este escándalo desató una profunda preocupación en Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos, que no solo rechazaron el contenido propagandístico de la película, sino que también vieron en el festival de Venecia una plataforma para la ideología nazi.
Ante esto, los tres países decidieron abandonar la Mostra, lo que dejó claro que no serían cómplices de la manipulación ideológica que se estaba llevando a cabo en la capital del cine europeo. Fue entonces cuando surgió la idea de un festival alternativo, uno que no solo celebrara el cine, sino que fuera un acto consciente de resistencia contra el fascismo: el Festival de Cannes.
La concepción de Cannes fue una respuesta directa a la manipulación que se estaba viviendo en Venecia. Francia, como bastión de la cultura europea, se propuso crear su propio evento cinematográfico que promoviera los valores democráticos y libertarios.
Tenían todo preparado: el cartel estaba diseñado, las invitaciones enviadas, incluso un transatlántico con estrellas de Hollywood ya había zarpado hacia Niza. El festival estaba programado para inaugurarse el 1 de septiembre de 1939, pero ese mismo día, el estallido de la Segunda Guerra Mundial detuvo el proyecto, que quedó en suspenso.
No sería hasta 1946, tras la caída del régimen nazi y la derrota del fascismo, que el Festival de Cannes pudo finalmente celebrarse. La primera edición de este evento histórico tuvo lugar en un contexto marcado por la devastación de la guerra, pero también por la esperanza del renacimiento cultural.
El mundo, agotado por años de horror, acudió al festival con un sentido de "embriaguez", como lo describen algunos testimonios de la época. Fue un regreso a la vida, a la libertad y a la expresión artística. En ese ambiente de renovación, Cannes recibió figuras emblemáticas como Roberto Rossellini, Walt Disney y Billy Wilder, quienes marcarían con su presencia el inicio de una nueva era para el cine mundial.
El festival, aunque marcado por sus orígenes en la lucha contra el fascismo, continuó evolucionando, convirtiéndose en una plataforma para todas las voces del cine, siempre con la premisa de la libertad artística como bandera. Sin embargo, su legado antitotalitario nunca ha sido olvidado.
En 2002, Cannes celebró un acto simbólico para rendir homenaje a su fundación. Ese año, en una ceremonia emotiva, se entregaron los premios que originalmente debieron otorgarse en 1939, con la película 'Union Pacific' ganando la Palma de Oro por unanimidad. Esta película, que había sido elogiada por su ambición y narrativa, se convirtió en un homenaje a la historia del festival y su resistencia.