Lo vivido en la noche del martes en Ferraz fue el episodio de mayor tensión de lo que llevamos visto de movilizaciones contra la ley de amnistía, unos disturbios que estaban perfectamente organizados por los radicales que los llevaron a cabo.

Todo empieza con una provocación, precedida del cambio de personas en las primeras filas de la concentración, con caras tapadas por pasamontañas. Las personas que tienen la cara cubierta empiezan a mover las vallas, tirándoselas a los policías, dejando incluso un pasillo abierto con la intención de que los furgones de los antidisturbios pasen y provocar mucho más a los agentes.

Mientras tanto, comienza a producirse la lluvia de objetos. Es ahí cuando las protestas van a más y el clima de tensión se dispara. Expertos en este tipo de disturbios consultados por laSexta Clave explican que se comunican por grupos de redes sociales, con roles de liderazgo que dan órdenes incluso del momento en el que empezar con la violencia.

Las personas que dan estas órdenes no están dentro de las protestas, sino que lo ven todo desde fuera. Una vez rompen el cordon de seguridad, se distribuyen por las calles, siempre en puntos en los que puedan escapar y no se queden acorralados por los antidisturbios.

Los adoquines que lanzaron algunos radicales los traían ellos mismos en sus mochilas, buscando 'munición' adicional en los contenedores de vidrio. Este hecho hace clave que los contenedores estén vacios antes de cualquier concentración.

También es importante controlar a los grupos que se dividen de la manifestación principal, como el grupo que se dirigió al Congreso de los Diputados, que intentan encender nuevos focos de disturbios para crear todavía más caos.