Es Suso Cela Seoane, el histórico miembro de los GRAPO. Le lleva las maletas al etarra Domingo Troitiño al abandonar la prisión hace cinco meses por derogación de la doctrina Parot.

Cinco meses antes, en junio de 2013, era él quien salía de la cárcel  tras 23 años, y recibió un homenaje en la Plaza del Africano en el barrio coruñés de El Orzán. Suso le daba las gracias a cuatro personas, pero, especialmente, a una: "Quiero darle las gracias a mi madre Pepita", decía.

Su madre es Josefa Seoane Vaz, Pepita. Tiene 75 años, es hija, nieta y viuda de Guardias Civiles. Pero ahora, le toca a ella enfrentarse a la justicia. La Audiencia Nacional le ha imputado por un presunto delito de enaltecimiento al terrorismo. Le considera la matriarca de los GRAPO.

Además de Suso, otros dos hijos suyos son miembros destacados de la banda. Pepita es un referente para los simpatizantes los de GRAPO.

En más de una ocasión ha justificado las acciones terroristas como respuesta a una supuesta violencia del Estado, delito por el que podría ser condenada a hasta dos años de prisión.

La ‘matriarca’ es también la responsable de la Asociación de Familiares y Amigos de Presos Políticos de los GRAPO, y entre sus frases de defensa de todos ellos se encuentra ésta: “La bala te manda para el otro barrio rápido. Pero morir de hambre, no tener pan para un hijo".

Pepita Seoane también ha participado de Socorro Rojo Internacional, una organización que busca lo mismo que la suya pero que, en este caso, dirige su hijo menor, Carlos. De ellos habla la canción que se escucha en este reportaje, creada por el rapero comunista Pablo Hásel, que incluso cita al único hermano que continúa en prisión.

El homenaje a Suso Cela Seoane con el que iniciábamos el reportaje se hixo en el barrio coruñés de El Orzán. Para el clan de la matriarca es un lugar especial, porque aquí regentan este bar: el Faluya. En él se organizan muchas charlas basadas en la ideología de los grapo.

La cita de Josefa Seoane, Pepita, es el próximo 12 de junio. Declarará desde Galicia, pero ha dejado claro que, incluso ahora, piensa seguir defendiendo sus ideales: “No tengo por qué pedir perdón. Eso lo tengo más claro que el agua. Cuando los terroristas de Estado me pidan perdón, hablaremos”.