Viajamos a Vietnam, el segundo productor de café del mundo, después de Brasil, y visitamos una pequeña plantación, donde preguntamos a un recolector si en el campo trabajan niños. Sin embargo, el traductor se niega a hacer la traducción a esa pregunta. Finalmente, y tras varios minutos de tira y afloja, el representante del Gobierno accede a preguntar lo que no quiere el traductor.

"Estos terrenos pertenecen a una familia, y hay niños de 16 años que cuando tienen el día libre, trabajan aquí como actividad para estar junto a sus padres", reconoce el recolector, quien afirma que allí "no tienen otras actividades para hacer", y que para los menores "es como hacer deporte".

Además, visitamos una empresa, propiedad del Gobierno, que accede a mostrarnos cómo procesan el café. Allí, aseguran que no usan mano de obra infantil. Al decirles que hemos visto a niños alrededor de los campos de café en horario escolar, el empresario responde que "quizás se estaban divirtiendo con las plantaciones, pero no son obligados a hacer ningún tipo de actividad, ni a convertirse en trabajadores, ni a trabajar en los cultivos".

Cuando abandonamos la fábrica, aprovechamos para contrastar la información que nos han proporcionado. El propio Gobierno reconoce que hay más de un millón de niños trabajando en el sector agrícola. Una de las organizaciones que denuncian el trabajo infantil accede a una entrevista. "Trabajamos en las zonas donde se cultiva el café de una empresa italiana y en la de la empresa Simexco. Hicimos un gran estudio y entrevistamos a todos los agricultores, y encontramos un 14% de trabajo infantil", lamenta.