El Instituto Nacional de Estadística cifró el año pasado en 32.644 a las mujeres que sufrieron algún tipo de violencia de género en nuestro país. Así que María Avizanda acude a un centro de acogida donde se ofrece protección a mujeres cuyas vidas corren peligro. Allí habla con una víctima, que asegura sentirse "liberada, tranquila y siguiendo el curso de la vida".

Ella cuenta que supo que tenía que pedir ayuda cuando escuchó a su hija gritar: "En todas las peleas tenía muchísimo miedo siempre. Mi hija paró el hecho de que incluso me quitara la vida". Ella y su hija tuvieron que dejar atrás su vida para mantenerse a salvo y ese es el momento más "duro e indignante", pues se pregunta:"¿Por qué nosotras tenemos que dejar todo? ¿por qué nosotras tenemos que hacer los sacrificios?"

Esta confiesa que el proceso de recuperación ha sido "duro", aunque aclara que no se acaba después de dos años, pues sigue en recuperación, pero asegura que "ha valido la pena".